No es un fenómeno totalmente nuevo. Los procesos de integración, de vinculación entre economías y sociedades, tienen una larga historia. De hecho la relación entre América y España es parte de ese proceso de integración, de interrelación, de mundialización… pero es también indudable que dicho proceso tiene hoy características absolutamente nuevas que se manifiestan sobretodo en los últimos quince, veinte años.
El proceso de globalización o mundialización abarca todo el planeta pero no incluye a todo el planeta, ya que se trata de un proceso altamente desigual que al mismo tiempo que incluye, también excluye a escala planetaria. Si empleamos la metáfora que usa Manuel Castells diríamos que se está produciendo una red que incluye y abarca a todo el planeta pero que, como toda red, está llena de agujeros. Hay nodos, hay flujos, pero también hay agujeros donde se encuentra la gente que no logra conectarse a esos flujos y a esos nodos.
No voy a abundar en esta ocasión con referencias a la base estructural o a las características de este proceso puesto que hay una abundante y excelente literatura al respecto. Baste recordar que es un proceso dinamizado por las tecnologías de información, y que se caracteriza por un intenso el desarrollo tecnológico, el surgimiento de nuevos métodos y nuevos mecanismos de transporte, de comercio, nuevos materiales, etc. Y sin duda es importante insistir en que se trata de un proceso de inclusión y exclusión al mismo tiempo, que es moldeado por esta tensión de integración y segregación. Hace veinte años en América Latina el gran problema que se planteaba en el debate intelectual y político era el de la dependencia. En este momento lo que más preocupa es la exclusión. Ya no se trata de ser o no ser dependiente, se trata de estar o no estar conectados o más bien, de cómo está uno conectado, ya que inevitablemente uno termina estándolo.
Pero es importante remarcar que ese proceso es moldeado por la forma en que la gente actúa, es decir, por cómo nosotros, las sociedades, los pueblos, los individuos aprovechamos o resistimos ese proceso. No se trata de un proceso ajeno a las decisiones y a las acciones que realizamos los seres humanos. No es un proceso que funciona por sí sólo independientemente de la voluntad de la gente. Es necesario recordar y reconocer que somos nosotros los que moldeamos ese proceso, ya sea aprovechando las oportunidades que ese proceso genera o resistiendo lo que ese proceso ofrece.
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