Economía, política, desarrollo sostenible

EL DEBER: La incertidumbre sella a la economía en año preelectoral

La recuperación de los precios ha generado un alivio parcial, pero no revierte los problemas

Incertidumbre, vulnerabilidad y endeudamiento. El economista y titular de la Fundación Milenio, Henry Oporto, define de esta manera el estado de la situación económica boliviana en tiempos preelectorales. Su análisis se apoya en los datos del último informe de la entidad que, basado en las cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE), estipula que la situación se caracteriza por un elevado déficit fiscal y también de las cuentas externas, así como por la desaceleración del crecimiento económico, la pérdida de competitividad cambiaria y la reducción de la capacidad productiva de hidrocarburos y minerales.

El ejecutivo comparó la situación del proceso eleccionario de 2014 cuando se percibía “estabilidad económica y prosperidad” y un horizonte inmediato de “previsibilidad y estabilidad”, con el periodo actual, que definió con tendencia al riesgo de inestabilidad y la urgencia de reformas inmediatas para desdibujar ese panorama borroso.

Números cantan. Los shocks externos, según el estudio, también redujeron el ritmo de crecimiento económico en 2017 y 2018, prosiguiendo la tendencia de desaceleración manifestada a partir de 2015. “Si en 2014 el PIB creció un 5,4%, en 2017 este crecimiento se redujo al 4,2%. La recuperación de los precios internacionales ha devenido un alivio parcial de los desequilibrios macroeconómicos, pero sin conseguir revertirlos”, sostuvo Oporto.

Los riesgos externos que se contemplan para Bolivia se interiorizan con los precios bajos de materias primas, la ralentización de China, Europa y economías emergentes de la región, el fortalecimiento del dólar y aumento de tasas de interés, el incremento de la prima de riesgo y la devaluación monetaria en mercados vecinos.

Mientras los riesgos internos recaen sobre la caída de demanda, producción y reservas de gas y minerales, el déficit de inversiones (cuello de botella para el crecimiento), los desajustes en el sistema financiero, la postergación de reformas fiscales, monetarias y financieras, así como la crisis de confianza en el rumbo económico, según el estudio.

La situación fue expuesta al Ministerio de Economía y, pese a los contactos desde esa cartera, no se refirieron al tema.

Foco interno

El economista Iván Velásquez observó la falta de acceso a la información para analizar a profundidad el mercado interno. Según su lectura, en 2019 no se percibirán problemas de magnitud en la economía por las previsiones del Gobierno, pero no ve el mismo panorama para el 2020.

Por su parte, el también economista Waldo López enfatizó que el debilitamiento de los indicadores económicos deben tomarse como una oportunidad para buscar alternativas en este tiempo que la población no siente los efectos debido a la baja tasa de inflación. Subrayó que el desempleo y la calidad del empleo son aspectos a los que hay que atender y hacer seguimiento.

El economista y gerente de la Cámara Agropecuaria del Oriente, Edilberto Osinaga, puntualizó que, si bien el tipo de cambio afecta a la exportación, el ingreso de productos básicos y manufacturados ‘inunda’ el mercado y golpea a los sectores vulnerables.

7 de diciembre de 2018
Fuente: El Deber

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