El arranque de las exportaciones de carne a China, marca un hito en la industria boliviana de alimentos y promete una nueva etapa en el desarrollo agroexportador, radicado particularmente en el oriente del país. El primer embarque de carne de res, de cerca de 50 toneladas, de fines de agosto, es por aún una cantidad pequeña, pero las posibilidades de crecimiento pueden ser enormes. China representa casi la mitad del mercado mundial de carne; sus importaciones proceden de varios países, entre ellos Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay, para los cuales la demanda del gigante asiático se ha convertido en uno de los grandes propulsores de su industria cárnica.
Las cifras conocidas indican que Bolivia podría escalar en sus exportaciones de carne bovina, en los próximos años, en dimensiones importantes, ya que la producción ganadera se incrementa entre 2 y 5% por año, con excedentes anuales para la exportación estimados en 40.000 toneladas de carne.
Por lo demás, la apertura del mercado chino puede ser un puente hacia otros grandes mercados asiáticos como Japón y Corea, e incluso de Europa. Las perspectivas lucen pues auspiciosas: es la primera vez que Bolivia incursiona en la región Asia-Pacífico -la de más rápido crecimiento en el planeta-, con un producto agroindustrial de consumo directo, con valor agregado y componentes de innovación productiva y know tecnológico adelantado en el país.
El potencial ganadero
El potencial exportador de la carne implica generar divisas, hacia el año 2025, por un valor aproximado de 200 millones dólares anuales, que se incrementará a medida en que aumenten las cantidades exportadas, junto con la creación de un importante número de empleos. Ahora mismo, los dos primeros frigoríficos (Fridosa y Frigor) habilitados para exportar carne bovina a China, son emprendimientos con capacidad de generar alrededor de 1.000 empleos directos en esta parte de la cadena productiva ganadera.
Incorporar a la economía nacional esa cantidad de divisas, cuando las exportaciones de los sectores tradicionales (hidrocarburos y minerales) están en una pendiente de caída, tiene una relevancia que no puede escapar a nadie. La carne bovina tiene la ventaja de que su precio a nivel mundial, mantiene un comportamiento favorable, como puede apreciarse en el siguiente gráfico.
Aún más importante es el valor cualitativo que entraña la transformación del sector ganadero de proveedor de carne al mercado doméstico en exportador al mercado internacional, por lo que representa en términos de capacidad competitiva y calidad del producto, así como de cuidados y certificaciones de sanidad animal e inocuidad alimentaria. Para que la carne boliviana pueda acceder a los mercados externos (las ventas externas comenzaron con exportaciones a Perú y Ecuador), las haciendas ganaderas y los mataderos frigoríficos han transitado por varias etapas, debiendo, en cada una de ellas, vencer una serie de pruebas sanitarias y de calidad del proceso productivo, y con adecuaciones a estándares internacionales.
Es muy significativo, por ejemplo, que Bolivia haya erradicado la fiebre aftosa. Ahora, con el estatus sanitario de país “libre de aftosa con vacunación”, hay un camino más expedito para acrecentar las exportaciones de carne. Pero no se piense que la comercialización es automática. De hecho, pocos saben lo complejo y laborioso del proceso que conlleva llegar al punto de poder exportar carne, dentro de las regulaciones fitosanitarias vigentes. Desde ya, este proceso pasa por una negociación entre estados (el que quiere vender, y el que quiere comprar), que conlleva inspecciones de las partes a las haciendas ganaderas, los mataderos frigoríficos y los sistemas sanitarios, hasta culminar con la suscripción de un protocolo de exportación; recién, entonces, se abre paso a la negociación entre empresas (compradoras y vendedoras), que, por cierto, son debidamente acreditadas para dicho intercambio comercial.
No sorprende, entonces, que la negociación para la venta de carne a China, le hubiera tomado a Bolivia fácilmente 5 años, lapso en el cual se tuvo de demostrar fehacientemente el cumplimiento de requisitos puntuales, además de rendir pruebas de sanidad y calidad del producto.
Conocimiento, innovación y capital humano
Contrariamente a la percepción de la ganadería como una faena primaria y artesanal, en realidad la ganadería orientada a la exportación es un emprendimiento técnicamente sofisticado y que añade valor al proceso productivo; es decir, incorpora conocimiento en sus distintas fases. Es así que la ganadería comercial y de exportación puede hoy en día exhibir varios progresos notables en mejoramiento genético, nutrición animal, cuidados y protección veterinaria; logros que, por cierto, se traducen en mejores rendimientos productivos, crecimiento del hato ganadero, animales más saludables y con mayor peso a menos edad. Actualmente, Bolivia también exporta material genético bovino logrado en haciendas ganaderas del oriente, a mercados tan desarrollados como el brasileño.
Por otra parte, las inversiones de capital en el sector ganadero se han extendido a la expansión y modernización de plantas frigoríficas, con procesos automatizados en muchos aspectos, y cuyo resultado es la oferta comercial de un tipo de carne vacuna de primera clase, rica en proteínas y en variedad de cortes y a salvo de riesgos para la salud humana.
Hay que enfatizar que mucho de aquello se explica por el desarrollo de la ganadería empresarial. Esto es muy natural, habida cuenta que la ganadería demanda economías de escala y fuertes inversiones para alcanzar las cualidades de exportación 1. Pero la cadena de la carne no es solo eso; también incluye una gama de proveedores de alimentos, nutrientes, medicinas, laboratorios, transporte, mataderos, servicios financieros. Este conglomerado primario, industrial y de servicios, permite que hoy se pueda hablar de un cluster de base pecuaria, conformado en varias décadas.
Lo cual, como es lógico, ha supuesto la formación de una masa crítica de técnicos, especialistas, obreros, administradores, gerentes y ejecutivos empresariales, esto es, recursos humanos a la altura de las exigencias de una ganadería de exportación que debe abrirse espacio en mercados competitivos, rivalizando en calidad y precios con grandes proveedores como son Brasil, Argentina, Uruguay, Australia, Nueva Zelanda, Estados Unidos y otros.
La ansiada diversificación productiva
Desde luego, la importancia del proyecto de exportación de carne al mercado asiático, trasciende el sector ganadero, para inscribirse dentro de un esfuerzo de diversificación productiva y de oferta exportable, tan necesaria como apremiante en Bolivia.
Hasta aquí, el éxito del modelo productivo cruceño ha supuesto la consolidación de dos grandes cadenas agroexportadoras: la de las oleaginosas, y la del azúcar. Pues bien, los avances de la ganadería perfilan una tercera cadena de valor (con impactos económicos y sociales potencialmente significativos), y concatenada con la agricultura. De hecho, la producción de carne genera un importante mercado para la misma producción de soya. Todo ello apuntala la capacidad de producción de carne, con excedentes crecientes para la exportación.
Naturalmente, lo desafíos son cruciales. Por ejemplo, la cooperación del sector privado con el sector público (que debe proveer un servicio de sanidad agropecuaria e inocuidad alimentaria de primer nivel, abrir mercados para la carne boliviana, entre otras funciones insustituibles). También la necesidad de elevar la productividad e innovación en la actividad pecuaria, acelerando el tránsito de la ganadería extensiva a la ganadería intensiva. Asimismo, el cuidado de la tierra, la protección de los bosques y el medio ambiente 2, conforme a las leyes vigentes, los documentos técnicos-legales para el uso del suelo en la ganadería y otras regulaciones establecidas.
Al respecto, la visión de desarrollo: Desafío siglo XXI SC, CAINCO (2017), señala como uno de los grandes retos regionales: “Encontrar nuevos equilibrios que permitan una mayor actividad agrícola intensiva y forestal, con tecnología sostenible y de alta productividad, sin descuidar las áreas clave que abastecen de agua de calidad a la actividad productiva y al consumo humano.”
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1 Gonzalo Flores: “Innovación agropecuaria. El largo camino por recorrer”, en El fin del populismo. ¿Qué viene ahora? El reto de la innovación y diversificación, Henry Oporto (editor), Plural, 2017, p. 168-170.
2 G. Flores recomienda que, para mejorar la alimentación del ganado, los ganaderos deberían plantar su propio forraje, preferentemente en esquemas agroforestales, que amén de favorecer a los animales, son beneficiosos para la calidad de los suelos.