Alerta. Las fundaciones Milenio y Jubileo, al igual que otros expertos, ven urgente hacer ajustes a la economía. Para ello sugieren un replanteo al gasto público y así dar un equilibrio al sector.
en un contexto de bajos ingresos por recaudaciones, déficit fiscal alto, saldo comercial negativo, una significativa reducción de la Reservas Internacionales Netas (RIN) y un creciente endeudamiento, las fundaciones Milenio y Jubileo, junto a otros economistas, advierten la necesidad urgente de encontrar un equilibrio fiscal, para lo cual sugieren tomar medidas correctivas al Presupuesto General de la Nación (PGE) 2020, haciendo ajustes sobre todo en el Tesoro General de la Nación (TGN).
“Encarar el déficit del TGN es clave para restablecer el equilibrio fiscal”, enfatiza Milenio en su último análisis de coyuntura. “Considérese que su financiamiento con crédito interno puede conducir a una pérdida de reservas internacionales si se usan recursos del BCB o bien a una merma de la inversión privada vía emisiones de bonos a tasas de interés que reflejen por lo menos la inflación doméstica”, señala el informe.
A su vez, en un análisis a la nueva Ley del PGE 2020, el economista Germán Molina, argumenta que los gastos registran una leve disminución principalmente en inversión pública buscando que continué la política expansiva del mismo a pesar de no contar con un espacio fiscal que se disponía anteriormente. “Además que se financian gastos recurrentes e inflexibles a la baja, programas sociales y transferencias condicionadas y no condicionadas, así como los subvenciones a los hidrocarburos, alimentos y servicios básicos”, puntualiza.
Y Jubileo, en su reciente análisis en qué situación nos dejó el anterior gobierno de Evo Morales, enfatiza que la tarea más importante es equilibrar las finanzas públicas con los actuales ingresos que son limitados, por lo que será fundamental optimizar el uso de los recursos públicos y reducir los gastos e inversiones que no generan impacto.
El punto crítico del déficit. El PGE 2020, aprobado recientemente y respaldado por una ley, practicamente no ha cambiado de la forma cómo fue elaborado por el gobierno de Evo Morales en septiembre pasado. Como menciona Molina, el presupuesto mantiene la misma característica de los anteriores presupuestos por su elevada dependencia de ingresos provenientes de la exportación del gas natural; minerales, y en menor grado, de algunos productos no tradicionales.
Ante ese panorama el gobierno actual, en las últimas horas, señaló que se modificará el PGE en el primer reformulado que se vaya a hacer. José Luis Parada, Ministro de Economía y Finanzas Públicas, en contacto con medios de La Paz, anticipó que en este año se procederá con una profunda revisión al PGE, para priorizar la salud y la educación, como demandas urgentes de la población.
Pero el punto crítico del déficit está en cómo hacer los ajustes a los números rojos del TGN, lo apunta Milenio. El mismo análisis, en restrospectiva, señala que las operaciones del TGN empezaron a registrar déficit corrientes a partir de 2017. Los ingresos por impuestos no fueron suficientes para pagar los gastos en salarios, bienes y servicios, transferencias e intereses de la deuda pública.
En porcentaje del PIB, los ingresos tributarios tienen una tendencia descendente a partir de 2016, mientras que los gastos corrientes muestran una tendencia ascendente desde 2014. Adicionalmente, el TGN empezó a registrar un déficit global (ingreso total-gasto total) a partir de 2015, debido al escalamiento de los gastos de capital. «La iliquidez en el TGN muestra también un retorno a la complicada situación que se vivió a principios del presente siglo, cuando el contexto económico externo desfavorable llevó a un crecimiento esmirriado de la economía boliviana», puntualiza.
A decir de Molina el PGE 2020, registra el shock externo desfavorable directamente a los ingresos provenientes de los hidrocarburos, minerales y productos no tradicionales, hecho que registra una caída de los ingresos fiscales y origina un déficit fiscal programado, aunque menor al del 2019 pero sigue siendo elevado.
El problema central, enfatiza en su análisis el experto, es el financiamiento del gasto público que se recomienda sea con ingresos genuinos, es decir los impuestos y si no cubren recurrir a los inversionistas privados otorgando un clima favorable. «Otra medida es reducir gastos corrientes como son: pasajes, viáticos, publicidad, remodelaciones, muebles, compra de equipamiento, etc., y en gastos de capital asignar a proyectos de inversión pública eficiente con tasas de retorno asegurados», añade.
Para Jubileo, otro gran desafío es solucionar el problema del tipo de cambio congelado, el déficit comercial y la caída de Reservas Internacionales. Finalmente, se debe abrir el debate público para replantear el modelo de desarrollo hacia uno que sea sostenible, que genere producción, ingresos y empleo.
Déficit de ingresos por bajas recaudaciones. Milenio, describe el panorama de los ingresos por recaudaciones tributarias. Menciona que los impuestos, excluyendo hidrocarburos, en el periodo 2000-2018, en promedio representan el 13% del PIB y explican el 82% de los ingresos del TGN. Los impuestos por hidrocarburos del TGN en el mismo periodo alcanzaron al 1% del PIB y representan el 8% de los ingresos totales; además que su participación relativa en los ingresos totales ha caído de 19% el año 2000 a 4% en 2018. Mientras los impuestos diferentes a hidrocarburos son determinantes para las finanzas del TGN, los ingresos por regalías y el IDH (a partir de julio de 2005) son determinantes para los gobiernos sub-nacionales.
«Existe una correlación positiva entre los ingresos por impuestos del TGN y la evolución de la demanda agregada, especialmente con la absorción (consumo más inversión). Sin embargo, la recaudación de impuestos que grava la demanda interna, bajó como porcentaje del PIB a partir de 2016. Este comportamiento llama fuertemente la atención, puesto que los impuestos son una función positiva del cambio en el PIB nominal (crecimiento real más inflación)», señala.
Jubileo, puntualiza que después de finalizado el periodo de bonanza, las recaudaciones se han estancado en un nivel menor que el alcanzado el año 2015, reflejo de la situación real de la economía en desaceleración y de no haber resuelto o al menos avanzado en temas fundamentales, como la formalización de la economía y una reforma o adecuación del sistema tributario.
Los pasos recomendables. Para evitar ampliar el gasto y el consumo, Milenio sugiere la reducción del déficit fiscal, lo que implica contraer la inversión pública y recortar el gasto corriente no prioritario. Es preciso revisar la rentabilidad económica y social de los proyectos considerados bajo el rótulo de “gastos de capital”, así como la pertinencia de varias reparticiones públicas y una burocracia frondosa.
Para ello plantea la descentralización fiscal como otra medida estructural para mejorar eficiencia en el gasto. «Hay funciones que pueden ser asumidas por los gobiernos sub-nacionales, como los servicios de educación y salud. La presencia de externalidades positivas debe ser apoyada desde el gobierno nacional con transferencias condicionadas, de modo de reforzar la eficiencia del gasto», anota Milenio.
Asimismo enfatiza que las empresas estatales, por su parte, tendrían que emitir bonos o recurrir a la banca para financiar sus gastos y proyectos; éstos deben garantizar por regla general, y en valor actual, beneficios superiores a sus costos. «Si las empresas arrojaran déficits operativos recurrentes conviene más reestructurarlas o su cierre definitivo», finaliza.
5 de enero de 2020
Fuente: El Día
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