Bolivia viene de un período inédito de alto crecimiento pero sin haber transformado la estructura de su economía y sin que pueda demostrar que es menos vulnerable a las fluctuaciones del mercado internacional. Por el contrario, y en la medida en que el motor de su expansión ha sido el sector extractivo, apoyado por un contexto internacional muy favorable y con términos de intercambio inusualmente beneficiosos, el resultado general ha consolidado su condición de economía basada en recursos, pero desaprovechando las oportunidades para acelerar su tránsito hacia una economía de eficiencia y con elementos más amplios de innovación.
Hoy en día ya se advierte el agotamiento del modelo de crecimiento sustentado en precios altos de commodities, esencialmente extractivista y de base estrecha por su intensa concentración en la producción y exportación de gas natural, minerales y soya. Así pues, y para remontar la crítica situación que asoma es indispensable reorientar el modelo de crecimiento hacia la transformación y diversificación productiva, a partir de un enorme esfuerzo en el campo de la innovación, el emprendimiento y la generación de valor agregado.
¿Pero estamos preparados para producir con mayor valor añadido, generar nuevos bienes y servicios e impulsar otras industrias y polos de innovación?
Indicadores de referencia
En términos comparativos, el país mantiene una posición rezagada. Según los datos del Índice de Global de Competitividad, Bolivia permanece en los últimos lugares del ranking de países sudamericanos, tan solo por encima de Paraguay y Venezuela. Y esta es una constante que se repite desde que Bolivia participa de las mediciones del IGC.
Bolivia y America Latina, índice global de competitividad, 2015
¿Y cómo estamos en capacidad emprendedora? Según los estudios del Global Entrepreneurship Monitor (GEM) que miden las percepciones sociales y los atributos individuales para el emprendimiento así como las características de la actividad emprendedora y el perfil de los emprendedores, Bolivia destaca por tener un porcentaje de Actividad Emprendedora en Etapa Inicial (TEA) del 27.4 por ciento de la población adulta, situándose en el cuarto lugar más alto entre los países de economías basadas en recursos y en el sexto lugar entre 70 países, en 2014. En el ámbito regional, Bolivia ocupa el tercer puesto en actividad emprendedora, por detrás de Ecuador y Perú
Pero el dato más sugerente es el 7.6 por ciento de Propietarios de Nuevos Negocios Establecidos (por más de 3.5 años), un dato que pone de manifiesto un notable contraste. En términos de actividad emprendedora inicial (TEA), Bolivia tiene una tasa por encima del promedio latinoamericano; en cambio, cuando se trata de propietarios de negocios establecidos, el porcentaje del país es menor al promedio regional; y por cierto a los promedios que registran otras regiones desarrolladas. Ello se correlaciona, además, con una tasa de discontinuidad de los negocios en Bolivia que es superior a las tasas promedios en América Latina y en otras regiones geográficas (Gráfico 2).
Índice de actividad emprendedora por regiones, 2014
El hecho de que Bolivia sea un país con alta tasa de emprendimiento en etapas iniciales, en realidad no significa mucho, ya que esta condición se opaca por la calidad de los emprendimientos, que son mayormente actividades de autoempleo (cuando no de subsistencia), básicamente informales, de muy baja productividad, que no generan valor agregado, amén de su corta duración y su elevada mortalidad.
Todos ellos rasgos que tipifican el fenómeno conocido como emprendimientos estáticos, y por oposición a los emprendimientos dinámicos que sí exhiben un potencial de crecimiento y que demuestran mayor capacidad de innovación y aptitud de diversificación de productos y mercados.
Carencias básicas
El impulso emprendedor en Bolivia –incluso intenso en etapas iniciales- se ha visto frenado por otras barreras que tienen que ver más con los rasgos específicos de los emprendimientos o bien con lo que se denomina ecosistema emprendedor. Los informes del GEM y otros estudios coinciden en identificar las debilidades y fallas del Ecosistema Emprendedor Boliviano, que entraban o se interponen en el desarrollo del proceso emprendedor.
En el Índice de Condiciones Sistémicas para el Emprendimiento Dinámico, elaborado por ICSEd-Prodem (Kantis-Federico-Ibarra García, 2014), que mide 10 variables, se aprecia que Bolivia ocupa el puesto 48 sobre un total de 54 países, y con un puntaje de seis puntos por debajo del promedio latinoamericano, evidenciándose muchas carencias básicas para realizar emprendimientos dinámicos y de calidad. Ello no obstante, las fallas del ecosistema emprendedor en Bolivia tienen una condición subyacente que es la calidad de la educación y el capital humano.
Rezago educativo
Bolivia ha tenido avances importantes en términos de cobertura escolar, principalmente en el nivel primario. Pero subsisten falencias críticas como: i) el bajo e inequitativo acceso a los últimos grados del nivel primario y al nivel secundario, donde se verifica una sustancial caída en la matricula después de los 12 años de edad; ii) la baja y desigual calidad de la educación, y por ende, de aprovechamiento académico, con bajos niveles de rendimiento en las pruebas de lectura y matemáticas, currículos y materiales pedagógicos desactualizados en la enseñanza secundaria, docentes con inadecuada formación y recursos pedagógicos; iii) un sistema educativo ineficiente, que no logra formar los ciudadanos y trabajadores productivos para competir en la economía global; iv) la baja tasa de matriculación en el nivel secundario se traduce en importantes brechas en la fuerza laboral boliviana y una insuficiente cantidad de personas calificadas.
Por si fuera poco, Bolivia no participa de pruebas internacionales de rendimiento como PISA o LLECE, y por lo que no dispone de información comparativa sobre la calidad de la enseñanza. Tampoco cuenta con un sistema de evaluación de la calidad educativa, debidamente profesionalizado e institucionalizado. El sistema educativo está desprovisto de información actualizada, consistente y fiable. Las estadísticas e indicadores son parciales, defectuosos y de difícil acceso. También las universidades públicas -escudadas en la autonomía- escapan al escrutinio público. Mantener opacas las cifras y las cuentas fiscales y obstruir el acceso a la información es un patrón de conducta generalizado.
Y si la formación de los recursos humanos es deficiente, y además el sistema educativo no prepara los talentos necesarios, entonces lo que falla es la cantera de buenos emprendedores y empresarios. Significa que no existe una masa crítica de investigadores e innovadores, capaces de crear empresas eficientes y sostenibles, de incorporar las nuevas tecnologías y propulsar el cambio productivo. El resultado es un rezago educativo que lastra el capital humano y reduce las posibilidades de progresar en innovación y emprendimiento.
Tejido empresarial
Bolivia adolece de la debilidad de su estructura empresarial, y también de su marcada heterogeneidad y un considerable grado de polarización entre un estrato de grandes y medianas empresas formales, con niveles de productividad y competitividad elevados (sobre todo en hidrocarburos, minería y agroindustria), y un extenso conglomerado de micros y pequeñas empresas, mayormente informales y con niveles de productividad extremamente bajos. Son sectores de espaldas entre sí, salvo excepciones, lo que reduce las oportunidades de negocios, tercerización de procesos o vinculación con cadenas de valor. Se añade a ello la todavía incipiente presencia de empresas innovadoras y de base tecnológica como otro factor que frena el surgimiento de nuevas empresas y emprendedores dinámicos.
¿Qué hacer?
El reto del país es resolver las carencias básicas para el desarrollo de capacidades y actividades emprendedoras robustas, innovadoras y con potencial de crecimiento. Hoy en día buena parte de la actividad emprendedora es más fruto de la falta de alternativas de empleo y su resultado, consiguientemente, es la microempresa de subsistencia. Al no haber suficiente músculo emprendedor para crear e impulsar empresas dinámicas, los emprendimientos no consiguen crecer ni impactar sustantivamente sobre la generación de riqueza.
Urge pues implementar políticas y regulaciones que generen condiciones favorables para el emprendimiento, incluyendo la formalización de la economía popular. También es primordial atacar los problemas de formación de recursos humanos, de institucionalidad y de construcción del tejido empresarial.
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