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Coy 354 – La planta de Gran Chaco, otro Karachipampa

Según informes de prensa, la planta separadora de líquidos de Gran Chaco “Carlos Villegas” opera con menos del 30% de su capacidad de producción de GLP. Esto sucede a dos años de entrar en funcionamiento, en septiembre de 2015, y sin que se vislumbre condiciones ciertas para un incremento en el volumen de sus operaciones. La razón principal sería la carencia de mercados de exportación, junto con la escasez de gas natural, cuya producción viene cayendo desde el año 2015.

Hay que recordar que dicha planta fue creada para recuperar los licuables de la corriente de exportación de gas a la Argentina –igual que en el caso de la planta separadora de Río Grande, con respecto al gas exportado a Brasil-, y también para obtener materias primas para el proyecto petroquímico de polímeros. La planta de Gran Chaco posee una capacidad de procesamiento de 32,19 MMM3D (millones de metros cúbicos de gas por día), casi 6 veces más que la planta de Río Grande, siendo una de las más grandes de Sudamérica, y ha sido diseñada para producir 2.247 Ton/Día de GLP, 3.144 Ton/Día de etano, 1.044 barriles por día de isopentano y 1.658 barriles por día de gasolina natural.

La inversión estimada en su construcción y puesta en funcionamiento alcanzaría a 690 millones de dólares.

De acuerdo a los planes de YPFB, se destinaría la producción de Gran Chaco de propano para una futura planta de polipropileno, y la de etano para otra planta de polietileno. Mientras se concretaban estos dos proyectos, se proyectaba exportar grandes cantidades de GLP a países vecinos. Pero tales expectativas no se han cumplido. La planta de polietileno está postergada, lo mismo que la planta de polipropileno, y quizá definitivamente.

Faltan mercados de exportación

Del proyecto inicial de Gran Chaco, lo que queda es la producción de GLP. YPFB anunció la intención de exportar el 82% del GLP producido, y destinar la parte restante para el mercado interno. Sin embargo, y tal como ya se anotó antes, la estatal petrolera tiene muchas dificultades para colocar la producción de GLP tanto en el mercado local como en los mercados vecinos.

Considerando los datos del INE, entre los años 2014 y 2015, el valor de la exportación de GLP cayó en 54.3%, de $us 27.28 MM a $us 12.47 MM, debido a menores volúmenes exportados; una tendencia que parece haber continuado en los dos años siguientes. El hecho concreto es que la operación de la planta de Río Grande podría bastar para alcanzar dichos volúmenes. De hecho, las exportaciones GLP al Perú se han efectuado con la producción de la planta de Río Grande, lo mismo que a Uruguay, con lo cual el único mercado de exportación para el GLP de la planta de Gran Chaco es Paraguay.

Para el experto Hugo del Granado, una de las dificultades de la planta de Gran Chaco se relaciona con las vías de exportación de los productos obtenidos (gasolinas, GLP o etileno), que son líquidos, y para los cuales tendrían que construirse ductos, sea hacia Argentina o hacia el Pacífico. Sería muy complicada una dinámica de carguío de más de 120 cisternas de 30 metros cúbicos de GLP, todos los días. La planta no cuenta con poliducto para transportar GLP o las gasolinas a producir. Tampoco tiene mangas de carguío ni ramal ferroviario que posibilite la carga y el despacho en vagones.

Este tipo de falencia sería un error garrafal porque el FFCC Yacuiba-Santa Cruz prácticamente pasa por la puerta de la planta. Si los líquidos se convirtieran en polipropileno o polietilenos, que son sólidos, y teniendo en cuenta que se producirían más de un millón de Ton/Año de estos polímeros, y dado que la Argentina no tiene capacidad para absorber toda esta producción, se tendría que pensar en vías de exportación a ultramar, lo que no ha sido contemplado en los proyectos.

Se añade, a todo ello, la no concreción del acuerdo buscado por YPFB con la empresa Refinor, comercializadora de combustibles en el norte argentino, que había manifestó su interés de comprar una importante cantidad de GLP boliviano.

Menor disponibilidad de gas natural

Otro de los factores envueltos en el entuerto de la escasa producción de GLP de la planta separadora de Gran Chaco tiene que ver con la persistente caída en los volúmenes de producción de gas natural.

Como se observa en el gráfico anterior, en dos sucesivos años (2015 y 2016) se ha registrado un crecimiento negativo en la producción de gas natural, lo cual pone de manifiesto una restricción casi estructural a la viabilidad de los proyectos que tienen como materia prima la extracción de licuables de la corriente de gas exportable a la Argentina. Esto es lo que ha mostrado el estudio de Hugo del Granado, alertando de un déficit en la provisión de gas como un obstáculo para la materialización de dichos proyectos.

Desde ya, en 2017 vuelve a registrarse una caída en la producción de gas. Según información del Ministerio de Hidrocarburos, al primer trimestre de este año se refleja una caída de 3% con relación al mismo período de 2016, que fue de 56,83 MMm3d, frente a un promedio de 55,17 MMm3d en 2017. De este modo, se hace evidente un déficit de producción de más o menos 12 MMm3d necesarios para satisfacer las demandas máximas del mercado interno y de exportación de forma simultánea. Este déficit surge de sumar los 24 MMm3d para Argentina, con los 30 MMm3d para Brasil, y los 13 MMm3d para el consumo interno, lo que hace un total de 67 MMm3d de demanda potencial máxima, mientras que la oferta actual se sitúa en alrededor de 55 MMm3d. La explicación de esta tendencia decreciente en la producción de gas está en la declinación de los campos de explotación y en la falta de reposición de reservas de gas.

Todos esos datos, por otro lado, corroboran la observación de Hugo del Granado de que el diseño de la planta de Gran Chaco ha incurrido en el error de no contemplar la agregación de valor al GLP, separando el propano del butano. Esto por el hecho de que la planta de polipropileno solo utiliza propano como materia prima y que el butano tiene un precio más alto que el propano y que el mismo GLP, por lo que su comercialización podría por sí solo redundar en un buen negocio.

El mundo al revés

Lo usual en el mundo de la ingeniería industrial es que las plantas del tipo de la separadora de Gran Chaco, de grandes dimensiones, y enormes inversiones, se diseñen e instalen por módulos secuenciales, que se van añadiendo según las disponibilidades de materia prima y la existencia de mercados para los productos, y de manera tal que las plantas posean una mayor flexibilidad para desarrollar sus operaciones y su mantenimiento.

Pero no es así como se ha procedido en el caso de la planta de Gran Chaco. Antes bien, parece haberse obrado al revés: primero se construyeron las instalaciones, careciendo de los estudios necesarios de mercado y factibilidad, de modo tal que recién ahora se topan con los problemas, como la ausencia de mercados de exportación o la poca disponibilidad de gas o y la falta de infraestructura de evacuación de su producción.

Ciertamente no existe correspondencia del esfuerzo financiero (alrededor de 700 millones de dólares) que este proyecto elefantiásico supone para el país, con la modesta expertise de sus ejecutores y decisores. Tal parece que es la crónica de un fracaso anunciado.

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