Desde hace tiempo atrás, las universidades del país aplican un examen de ingreso a los bachilleres que postulan a sus carreras y facultades. Este examen está altamente legitimado entre la población y los padres de familia, ya que existe la creencia de que es el filtro para seleccionar a los mejores y más esforzados estudiantes. También lo piensan así las universidades, para las cuales, además, el examen de ingreso es el modo de evitar una masificación desenfrenada de la educación superior, que ningún presupuesto podría soportar.
Lo que muchas veces se pasa por alto es que los resultados del examen de ingreso, no tienen que ver solamente con las capacidades individuales de los bachilleres sino también con sus condiciones educativas y sociales. En efecto, existen diferencias económicas, sociales y educativas, en la preparación de los bachilleres, que influyen en sus rendimientos académicos y que luego se reflejan en las tasas de aprobación en las pruebas de admisión a las universidades. Esta es la conclusión que se desprende de un interesante estudio realizado por Franz Flores Castro, docente e investigador de la Universidad San Francisco Xavier de Chuquisaca (USFX), y cuyos resultados son reseñados en este artículo. Si bien el estudio tiene por caso los resultados del examen de ingreso a la USFX de Chuquisaca, sus resultados pueden generalizados a otras universidades, puesto que: a) las condiciones educativas del nivel secundario en todo el país son relativamente similares y; b) todas las universidades del sistema público aplican un examen de ingreso a su institución.
El trabajo de Flores Castro plantea una correlación de la variable (dependiente) aprobación o reprobación del examen de ingreso, con la variable (independiente) tipo de colegio fiscal-particular-de provincia. Esta correlación permite reflejar las diferentes condiciones educativas previas con la que se presentan los estudiantes al examen de ingreso.
Según precisa Flores Castro, su estudio se basa en información procedente de las publicaciones de la propia USFX que, en 2006, a través del departamento de Servicios Académicos, publicó el libro Solo Cifras, que recoge y agrupa datos sobre la matrícula universitaria de los años 2000 a 2005 (con anexo para 2007) y que, a lo largo de más de 225 páginas, presenta, entre otros datos, cuadros y gráficos de los resultados del examen de admisión a la Universidad de Chuquisaca. Para los datos del año 2018, se utilizó la información registrada en la publicación de la Dirección de tecnologías de información de la USFX, publicado en su web: http://www.usfx.bo/Estadisticas/PORCOLEGIO.html).
Diferencias de colegios privados y fiscales
El referido estudio encuentra que en 2018 los jóvenes que egresan de una unidad educativa privada tienen muchas más posibilidades de ser admitidos en la universidad que los que salen de un colegio fiscal. Así, por ejemplo, de 75 postulantes del colegio privado Sagrado Corazón de la ciudad de Sucre, 61 alumnos lograron su ingreso a la USFX, lo que representa un 81,3% de éxito en el examen; en cambio, en el caso del colegio fiscal Cardenal Maurer, de 65 postulantes solo pasaron la prueba 15, es decir un nivel de éxito del 23%. La situación es todavía más deplorable tratándose de los establecimientos de nivel secundario del área rural, como el colegio Eduardo Sempértegui de Zudáñez que, de 11 postulantes, ninguno pudo vencer la prueba académica.
Pero no solo eso. Cuando se compara los resultados de los años 2005 y 2018, se advierte, además, un descenso general en el nivel de rendimiento de los bachilleres. Es lo que se muestra en las tablas siguientes.
Es cierto que los bachilleres de los colegios privados tienen un mayor éxito en el examen de ingreso a la Universidad, pero esto ha sufrido una variación en el tiempo: si en 2005, de cada 10 postulantes a la USFX, 8 aprobaban el examen de ingreso, en 2018 esta cifra registra un descenso a 6,6 de cada 10 bachilleres. En general, estos resultados indicarían que todos los colegios particulares han tenido un descenso en su capacidad de formación de los bachilleres para el examen de ingreso a la universidad; para algunos colegios la tasa de aprobación ha bajado 30 puntos porcentuales.
En este cuadro se observa que el nivel de aprobación de los diez colegios fiscales estudiados es bastante bajo: 40 por ciento en 2005, descendiendo a 34,9 por ciento en 2018. Si comparamos con los estudiantes de colegios particulares, los bachilleres de fiscales tienen poco menos de la mitad de probabilidad de aprobación en el examen de ingreso a la Universidad.
Si los rendimientos académicos en los colegios fiscales en el área urbana son bajos, lo son mucho peores en los colegios del área rural, cuyo promedio (para 10 colegios estudiados) solo llega al 23 por ciento, es decir que menos de 3 bachilleres de cada 10 logran vencer la prueba de ingreso a la USFX. O sea, un bachiller rural tiene mucha menor probabilidad de seguir estudios superiores, comparado con un estudiante de colegio particular.
Desafíos educativos
Los resultados reseñados del estudio, sugieren que, dadas las grandes diferencias en la calidad educativa entre los colegios fiscales y particulares, el examen de ingreso aplicado por las universidades es también un mecanismo de reproducción de inequidades sociales. Como subraya el autor del estudio, la continuidad en las clases, la infraestructura, la calidad de los profesores, el control gubernamental y la disponibilidad de tiempo de los alumnos, determinan que las posibilidades de seguir una educación superior sean, con mucho, inferiores para los alumnos de estratos pobres que para los alumnos procedentes de familias de ingresos medios o altos.
Lo que se pone de manifiesto, y esta no es ninguna novedad, es el hecho de que los bachilleres asisten al examen de admisión con inequidades de partida, producto de una desigual educación previa. ¿Qué se debe hacer ante esto? ¿Cuáles son los caminos para remediar esta situación? No se trata, ciertamente, de cuestionar la pertinencia del examen de ingreso, pero sí de hacer hincapié en las enormes brechas socioeducativas que condicionan los rendimientos de los bachilleres en las pruebas de admisión a la educación superior. Y más que eso, el deterioro en la calidad de la formación de los estudiantes de secundaria, como un problema crítico general de nuestro sistema educativo, que tampoco es ninguna novedad.
El valor del estudio que comentamos en este artículo, es que aporta datos concretos de los bajos rendimientos académicos (sobre todo en los colegios fiscales) y que, como tales, confirman la situación desastrosa de la educación en Bolivia. Lamentablemente, mediciones de la calidad educativa y del rendimiento de los alumnos y profesores son las que no produce el sistema educativo, y de ahí por qué no es posible tener evaluaciones continuas, serias y transparente de los procesos educacionales. Nuestras autoridades se sienten más cómodas ignorando la realidad, aunque eso supongo moverse a ciegas en las decisiones de política educativa (en la medida en que verdaderamente se pueda hablar de política educativa).