Acaba de aparecer este libro1 que, coincidiendo con el proceso electoral, hace una serie de propuestas de índole económica e institucional para enfrentar los problemas de sostenibilidad del modelo económico actual, sus crecientes déficits y su tendencia a perder reservas internacionales; así como para avanzar en el ordenamiento de la economía, de modo que no lleguemos a la crisis que, según los autores, nos espera si no hacemos nada y la diferencia entre gastos e ingresos se vuelve fundamental.
Parte I. Javier Cuevas. “Lineamientos y pautas para una nueva política económica y social”
Dice Cuevas que la economía se ha ralentizado. Se crece menos y a un costo fiscal mayor (los rendimientos –en crecimiento– del gasto y la inversión estatales son decrecientes). Hay importantes desequilibrios, como el déficit fiscal y el déficit comercial, y existen riesgos para la estabilidad financiera. La disminución de la pobreza y la desigualdad se ha detenido.
-La propuesta busca hacer más eficiente el gasto público, corregir la distorsión de los ingresos tributarios y reducir el déficit fiscal. Plantea descentralizar casi del todo la salud hacia las gobernaciones y financiarla por medio de transferencias condicionadas del gobierno central. Propone ampliar la cobertura de salud a las personas cuyos ingresos son iguales o menores al nivel de pobreza (1,5 millones de personas). Para evitar el riesgo moral del seguro gratuito, sugiere imponer un copago (aporte del afiliado) del 10 al 20% del costo de la atención médica.
-Propone descentralizar completamente la educación, de modo que la manejen los municipios. Estos entregarían a cada colegio un voucher por cada alumno que este tenga; al mismo tiempo, se facilitaría que los alumnos circulen de un colegio a otro, lo que permitiría que crezcan más los establecimientos más eficientes y concedería a los padres el derecho a elegir la educación que quieran para sus hijos. Cuevas propone promover la participación de Bolivia en la prueba de excelencia estudiantil PISA y acreditar (clasificar por nivel de calidad) a los colegios privados.
-También plantea asegurar la existencia de la Renta Dignidad cambiando su fuente de financiamiento, del actual 30% del IDH, al 6% de la renta interna y aduanera.
-Las empresas estatales deben ser rentables. Deben financiarse en el mercado de capitales. Deben suspenderse los créditos especiales que les concede el Banco Central. El Estado necesita reducir la burocracia, evitar la duplicidad de funciones y fortalecer la institucionalidad.
-Se debe introducir un presupuesto por resultados que no corten el gasto en todos los ramos, sino que lo hagan “analizando sector por sector” y procurando aumentar la eficiencia.
-Crear el impuesto a la renta de las personas físicas, la reducción del impuesto a las utilidades de las empresas (de 25% a 20%), la eliminación del impuesto a las transacciones y el aumento del IVA. El impuesto a la renta sería coparticipado en un 90% por las gobernaciones, en un 5% por los municipios y en el 5% restante por el gobierno central. Se eliminaría el RC-IVA y el Régimen Simplificado, así como otros gravámenes de tipo especial. Todo esto para darle progresividad al sistema impositivo, de manera que no siga castigando a los que tienen menos por medio de impuestos indirectos y regresivos como los que ahora existen.
-Restablecer la disciplina fiscal por medio de una regla o con una política de equilibrio fiscal. Para ellos se necesita una ley de responsabilidad que establezca presupuestos plurianuales y mejore la transparencia fiscal.
-Avanzar gradualmente a un tipo de cambio flexible, que en un contexto de equilibrio fiscal (menos déficit), representaría una mejor oportunidad de aumentar las exportaciones y proteger las reservas internacionales. En cambio, en un contexto de elevado gasto y elevado déficit, como el actual, piensa que una devaluación sería un error.
Parte 2. Luis Carlos Jemio. “Directrices para una estrategia alternativa de crecimiento”
Dice Jemio: “El resultado de una estrategia de crecimiento basada en materias primas de sectores extractivos (ha sido) una economía poco diversificada y altamente vulnerable a los shocks externos, en la que la mayoría de la población ocupada se emplea en sectores no-transables, de baja productividad e ingresos, y con elevados índices de pobreza. De cara a esta realidad inobjetable, la identificación de factores alternativos de crecimiento y desarrollo busca modificar ese patrón de crecimiento, reenfocándolo y vinculándolo estrechamente al crecimiento de los sectores productores de bienes transables, exportadores, diferentes a los sectores extractivos, como son la agroindustria, las manufacturas y los servicios con valor agregado. Estos sectores, siendo intensivos en mano de obra, tienen la ventaja de crear empleos de mayor calidad e ingresos.
En este marco, el acceso competitivo a los mercados externos permitiría alcanzar las economías de escala que no son posibles de lograr si la producción se destina únicamente al mercado interno”. Para ello, Jemio propone: “1) la aplicación de un tipo de cambio flexible y competitivo, 2) la apertura y diversificación de los mercados de exportación, 3) la racionalización de la inversión pública, concentrándola en los sectores de infraestructura y servicios sociales, 4) la promoción de la inversión privada, especialmente de la inversión extranjera directa, tanto en sectores extractivos como manufactureros, agroindustria y servicios, 5) la inversión en capital humano”.
– Jemio hace un modelo econométrico y encuentra que cada una de estas medidas puede lograr entre el 0,4 y el 1% de crecimiento del PIB, con efectos decrecientes en el tiempo.
Parte 3. Henry Oporto. “El contrato social que Bolivia necesita”.
-Oporto hace un resumen de las principales propuestas de los otros dos autores. Señala que se necesita una serie de pactos políticos y sociales para poner en marcha estas propuestas y otras, como la ambiental, y para darle basamento a una democracia pluralista. Considera que debe buscarse un orden social que no discrimine a nadie ni tampoco conceda privilegios “odiosos”, lo que implica la suspensión de los derechos colectivos y de los estímulos identitarios actuales.
Comentario
Los autores se atreven a hacer propuestas programáticas claras, pensando “por fuera” de los consensos políticos actuales, lo que es positivo. La franqueza estimula el debate. Si únicamente admitimos considerar reformas que no contradigan el “sentido común” de la época, se corre el riesgo de caer en el conformismo o, en el peor de los casos, en el cinismo.
Sin embargo, un proyecto económico, aunque debería tomar en cuenta la sostenibilidad de los procesos nacionales, no por eso tendría que enfocarse exclusivamente en el largo plazo, porque, como dijo Keynes, a largo plazo todos estaremos muertos. (Y las elecciones y las revueltas suceden en el corto plazo). Si solo se piensa la economía en términos de eficiencia económica, es difícil ir muy lejos en un proceso democrático, como muchos tuvimos que aprender a principios de siglo.
Entonces, la verdadera cuestión no es la sostenibilidad per se del modelo boliviano actual, como yo mismo plantee peligrosamente en un libro de hace algunos años (El modelo económico boliviano y su inevitable fracaso), sino ¿cómo es posible sostenerlo, por lo menos hasta que haya condiciones de sustituirlo por otros?, ¿cómo mejorar los fundamentos de la economía sin dejar de crecer, sin “ajustar” (en el sentido de “deprimir”)? Si se actúa sobre una economía en movimiento, y si se lo hace antes del estallido de una crisis, una de las consideraciones principales tiene que ser el no detener el crecimiento. Sin embargo, esta no está muy presente en la reflexión de Cuevas.
En cuanto a la de Jemio, constituye una importante guía para mejorar el desempeño de la economía y superar paso a paso la monoproducción, cuyos efectos negativos no solo se cifran en la dependencia del país del precio y el volumen de venta de un único bien, sino también en la carencia de fuentes de divisas alternativas a la que proporciona la industria extractiva. Un país con una oferta exportadora diversificada siempre tendrá menos problemas para conservar sus reservas de dólares, y por tanto para seguir una política de expansión del gasto y del crecimiento. Sin embargo, para ello las medidas que Jemio propone no deben afectar la demanda agregada (el tamaño del mercado) ni la capacidad de compra de los bolivianos.
La adopción de un tipo de cambio flexible no parece muy realista en el corto plazo, justamente por los argumentos que esgrime Cuevas al respecto: la vulnerabilidad que tendría el país, en ese caso, ante un ataque especulativo (una carrera multitudinaria al dólar), lo que solo puede conjurarse con una fuerte reducción del déficit fiscal.
Oporto tiene razón en la necesidad de pactos y de pluralismo, pero a mi juicio se equivoca al abogar por la suspensión del Estado Plurinacional, un acuerdo político que ha logrado cierra estabilidad social y que por esto debería conservarse. Está empíricamente demostrado que la declaración de igualdad ante la ley no es suficiente en Bolivia para incluir a los indígenas, originarios y campesinos.
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* Artículo de Fernando Molina, publicado en Brújula Digital, 13/05/2019.
1 Hacia un nuevo contrato social. Propuestas para la reforma fiscal, el crecimiento diversificado y la reconstrucción democrática, Fundación Milenio, 2019; disponible en www.fundacionmilenio.org