En un reciente análisis de la Fundación Milenio, el economista Roberto Laserna asegura que nadie puede asegurar o prometer que el tipo de cambio seguirá fijo, ya que no depende de una decisión política sino de otros factores que escapan al control del gobierno. “Lo que es posible hacer ahora, y prometer para después, es reducir los gastos públicos y eliminar el déficit fiscal, bajar impuestos para estimular la actividad económica local (y las exportaciones), y dejar en libertad a los ahorristas y demás actores económicos para que dolaricen sus transacciones, permitiendo que el dólar encuentre un precio realista de acuerdo a las condiciones económicas internas (que empezarían a cambiar) y externas».
Molina añade que el gobierno actual debe encarar una política fiscal prudente y una política monetaria bajo reglas estrictas, porque ambas determinan la tasa de inflación, y esta última a su vez juega un papel importante en la determinación del tipo de cambio. «El objetivo debe ser restablecer la competitividad de los productos de exportación (hoy venidos a menos), generación de divisas y la generación de empleo», enfatiza.
La fundación milenio observa que de cualquier manera se va a tener que mover el tipo de cambio
Panorama. Para el economista Javier Cuevas, en un reciente análisis de coyuntura al tipo de cambio, previo a la caída del largo periodo del gobierno de Evo Morales, plantéo la necesidad de afrontar mejor los choques externos, como la devaluación de las monedas en los países vecinos, plantea la conveniencia de que Bolivia ingrese gradualmente en una política de cambio flexible.
Parametros. Cuevas planteó condiciones para esa política de cambio flexible a partir de la coherencia de la política fiscal con la política monetaria (la corrección aislada del tipo de cambio es intrascendente). Luego dice que una devaluación puede ser espuria si los fundamentos internos del tipo de cambio real, como la baja productividad y el gasto del gobierno en bienes no transables no cambian. Una tercera condición es la independencia del Banco Central y un INE fortalecido y autónomo. «Son indispensables para la credibilidad de las autoridades en el manejo de los riesgos cambiarios», precisa.
Una cuarta condición es controlar el impacto en el sistema financiero: dado que las expectativas puede llevar a la gente a cambiar los bolivianos por dólares, y que los bancos enfrenten un descalce de monedas, es preciso corregir las rigideces en la intermediación financiera (la obligación de los bancos de asignar 60% de la cartera a prestamistas productivos y vivienda social y créditos con tasas fijas de interés, que distorsionan la asignación de recursos financieros).
Tarde o temprano. El economista y expresidente del Banco Central de Bolivia, en el análisis de la fundación Milenio, ya anticipa que a largo plazo y con una economía en desaceleración, es difícil sostener el tipo de cambio fijo. «Antes de que se le ocurra al Gobierno establecer el control de cambios o al banco central devaluar la moneda. La devaluación llegaría como profecía autocumplida. Manejar un pánico cambiario es sumamente difícil, como lo son todas las crisis de confianza», enfatiza.
1 de diciembre de 2019
Fuente: El Día
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