En 2019 se realizarán dos eventos importantes a nivel nacional, las elecciones primarias y las elecciones generales, ya algunas instituciones, como la Cámara Boliviana de Hidrocarburos y Energía, anticiparon un año complicado para atraer inversiones.
El economista José Gabriel Espinoza estima que si bien el gasto público no disminuirá, tampoco se frenará el déficit fiscal, por lo que calificó peligroso para la economía por ser año electoral.
“Al ser año electoral no se harán los ajustes necesarios”, alertó y dijo que ya se llevan 6 años de déficit acumulado, consecutivos, y en algún momento habrá que pagar las deudas a los prestamistas.
Sin embargo, no solo el Gobierno tiene deuda sino también las familias, y una muestra de ello es el aumento de la mora en el último año, aunque sea la más baja de la región, el porcentaje va en incremento.
“Ha crecido de manera rápida, el año pasado ha duplicado el monto de la mora», apuntó y dijo que no se modifica el gasto público, y los niveles serán parecidos al 2018 respecto PGE presupuestado.
AUMENTO DEL DÉFICIT
Espinoza señaló que por ser año electoral, el Gobierno emprenderá una campaña constante y aumentará los recursos del déficit, en un contexto de menores reservas internacionales y baja exportación por el tipo de cambio fijo, indicador que no se moverá.
INCERTIDUMBRE
2019 es un año de incertidumbre para los bolivianos. No se trata únicamente de las incertezas propias de un año electoral, naturalmente signado por las tensiones, crispaciones e indefiniciones que conlleva la contienda política y que a menudo conducen a comportamientos cautelosos, sobre todo de los agentes económicos. La situación de este año tiene otras peculiaridades, que tienen que ver más con el estado de la economía y la evolución del proceso político, según señala la Fundación Milenio en su análisis de coyuntura de la economía nacional.
Y para ilustrar el análisis, la institución hace la comparación entre 2014 y 2019, años de elecciones presidenciales.
2014
En el 2014, si recordamos bien, dos aspectos fueron sobresalientes en aquel momento. La economía gozaba de buena salud e irradiaba sensaciones de estabilidad, incluso de prosperidad para muchas personas y familias (la estela de la bonanza exportadora estaba muy próxima), que se reflejaba a su vez en una mejora de los indicadores sociales, por ejemplo, en una trayectoria de reducción de pobreza y desigualdad y de expansión de los estratos de ingresos medios.
Desde un punto de vista político, Evo Morales -que había sorteado los impedimentos legales y constitucionales a su postulación presidencial- se encaminaba a una predecible victorial electoral.
La opinión pública daba por descontado este desenlace, y solo restaba por verse si repetiría la mayoría absoluta de votos y si el MAS conseguiría los dos tercios de representación en el parlamento, tal como ocurrió, efectivamente.
El horizonte inmediato era muy previsible, de estabilidad económica y básicamente de continuidad política. Y fue en torno de esta perspectiva que se alinearon muchos de los sectores políticos, sociales y económicos, incidiendo al mismo tiempo en el ánimo de los electores.
2019
Sin embargo, en 2019, si bien lo anterior es una fotografía del país de cinco años atrás, la imagen de este año es otra muy diferente. La economía se ha debilitado y desacelerado. Se crece menos y con un costo fiscal cada vez mayor; los rendimientos del gasto y la inversión pública son decrecientes.
Los indicadores muestran importantes desequilibrios y advierten de riesgos potenciales para la estabilidad macroeconómica. También los indicadores sociales se han deteriorado: la caída de pobreza y desigualdad se ha detenido y hasta es posible que ciertos estratos vulnerables estén recalando nuevamente por debajo del umbral de pobreza. Las sensaciones de seguridad y optimismo están mutando a un mayor escepticismo acerca del rumbo del país.
15 de enero de 2019
Fuente: El Diario
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