El incremento salarial que cada año se produce es un derecho laboral de toda persona trabajadora, pero esto contrasta con la realidad laboral en Bolivia. ¿Cuál es la relación que hay entre incremento salarial e incremento laboral en el Estado Plurinacional durante los últimos años?
De acuerdo con datos proporcionados por fuentes gubernamentales el salario mínimo nacional hace 12 años era de 500 bolivianos y hoy con el reciente incremento es de 2020 bolivianos. Página Siete publicó hace poco la siguiente afirmación: “De acuerdo a Eduardo Fernández Arias, execonomista sénior del BID, entre 2006 y 2011 (último dato disponible) el aumento de la productividad total de los factores (PTF) en Bolivia fue de 3,6 puntos: pasó de 55,99 puntos en 2006 a 59,65 puntos en 2011”, quiere decir que la productividad en el país en los últimos diez años tiene un costo marginal para el trabajador más elevado que el ingreso marginal de las empresas.
Lo anterior se traduce en simplemente no hay apoyo para la inversión, producción y generación de empleo. Por ello, la empresa privada ve que la productividad no está acorde con el incremento salarial, ahondado por el doble aguinaldo. Favorable para trabajadores asalariados de entidades y empresas del Estado Plurinacional, pero no conveniente para medianos y pequeños empresarios.
Los datos proporcionados en Página Siete indican que solo dos de cada diez trabajadores (2%) están en el sector formal. La informalidad es un efecto de la falta de empleo, aunque en Bolivia la mayor parte de la gente en edad económicamente activa no tiene un trabajo asalariado ni estable. Veamos otros datos, proporcionados por una fuente confiable. “Desde el año 2010, y en términos relativos, son las empresas privadas las que más personal han contratado, en comparación con la administración pública”, de acuerdo con Fundación Milenio.
También el informe de Milenio señala: “Cuando se contrastan los datos de los empleos con la información acerca de la evolución de los salarios, se tiene que los más contratados (los profesionales) fueron los de menor incremento salarial, incluso llegando a decrecer en términos reales. Por el contrario, los obreros obtuvieron mayores incrementos salariales pero con menor aumento del empleo. (…) Por cierto, los constantes incrementos salariales y, en muchos casos, la imposibilidad de ajustar el personal cuando es necesario, inhiben la inversión privada, de la que, en definitiva, depende el crecimiento del empleo”.
El caso de Tarija
En Tarija de acuerdo con datos proporcionados por la Federación de Profesionales, referidos en un estudio realizado por Carolina Soto “el 90 % de los profesionales en Tarija no tienen empleo seguro, y que la mayor parte de los profesionales se dedican a otras actividades que no tienen que ver con su profesión y eligen la apertura de un negocio propio e independiente. (Red Aclo, 2014). Y por último señalar que parte de la población desempleada se rinde en la búsqueda de empleo y se aísla del resto entrando en un estado de depresión y dependencia”.
No se trata entonces de considerar que dos aguinaldos, cuando el Gobierno así lo determina, un incremento salarial al mínimo nacional y un anunciado Plan de Empleo gubernamental, que no tiene hasta ahora un aval técnico, sean suficientes para mejorar la dura situación económica que la mayoría de los bolivianos atraviesa desde hace años.
Lo cierto es que los profesionales son los más afectados, al parecer, por la depreciación de sus servicios acrecentada por una tendencia cada vez mayor a privilegiar el servilismo político, sin entrar en polémicas, porque si vemos la realidad en cifras no hay despegue productivo en la mayoría de las regiones y apenas se ha comenzado a ver mecanismos alternos.
Queda esperar que a los profesionales y técnicos calificados se les reconozca su experiencia y capacidad, más allá de la edad o posición política que puedan tener.
30 de abril de 2018
Fuente: Diario Nuevo Sur
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