La gestión 2006 que evalúa el Informe Económico No. 22, transcurrió bajo un entorno externo ampliamente favorable que no ocurría hace por lo menos 25 años. Es importante tener en cuenta que los términos del intercambio para Bolivia desde 1980-1981, tendieron a la baja, manteniéndose estancados hasta el 2002 y recién empezaron a recuperar desde el 2003.
Esta extraordinaria situación favorable, permitió, coyunturalmente, cerrar la gestión con saldos favorables en las cuentas externas y en las fiscales. El superávit fiscal registrado el pasado año fue presentado por las autoridades como un logro de la gestión gubernamental, sin tomar en cuenta varios aspectos. Uno de ellos es que con ingresos mayores a los gastos, paradójicamente la deuda interna continúo aumentando; otro es que la política económica se mantuvo en el esquema implantado en el país desde 1985, política económica que las autoridades tuvieron la prudencia de no modificar, de manera que el “piloto automático”, y un ámbito externo favorable permitieron lograr el superávit.
El crecimiento de 4.5 por ciento, al tercer trimestre de 2006, por debajo del promedio en América Latina que fue de 5.3 por ciento, muestra que, por otra parte, una vez más no se aprovechó el entorno. Considerando que el país es productor de gas natural y de minerales, productos que experimentaron incrementos sustanciales en sus precios, es posible pensar que el crecimiento podía llegar a una tasa del seis por ciento.
Los anuncios de nacionalizaciones y un clima permanente de inseguridad jurídica, continuaron deteriorando el clima de inversión. El resultado fue que las inversiones permanecieron estancadas en un nivel que solamente es comparable al registrado a comienzos de los años noventa. En este contexto, las posibilidades de un crecimiento mayor en el futuro y la generación de empleo estable, se encuentran seriamente comprometidas.
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