La economía mundial en 2013 estuvo caracterizada por un bajo dinamismo con indicios de relativa recuperación marcada fundamentalmente por varios hechos durante el segundo semestre. El más significativo fue el anuncio del posible fin del estímulo monetario o compra masiva de activos financieros por parte de la Reserva Federal de los Estados Unidos, mejor conocido como tapering, para enero de 2014, lo que provocó turbulencias en las economías emergentes sin que aún entrara en vigor.
La Unión Europea (UE) cerró el año con una relativamente inesperada reducción de tasas de interés, determinada por el Banco Central Europeo, al mínimo histórico del 0.25 por ciento alineándose, de este modo, con las políticas de estímulo de la Reserva Federal estadounidense y el Banco de Inglaterra. En cuanto al crecimiento se mantienen las velocidades distintas entre los países y se espera un repunte de la actividad económica en la eurozona para 2014. Mientras que la economía japonesa cerró el año creciendo a un ritmo menor del esperado.
La incertidumbre constituyó una de las características en el desempeño económico de los mercados emergentes. Sin embargo, el contexto de mayor desconfianza estuvo en la China debido a la magnitud de sus cifras económicas. La aversión de sus autoridades para reportar las cifras consistentes complicó el panorama. China, segunda economía del mundo, empezó a recortar el crédito desde mediados de año de manera gradual, con la idea de centrarse en la reestructuración y estabilización económica. India podría estar en el camino de la recuperación después de un par de años difíciles con una caída dramática en el crecimiento.
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