Economía, política, desarrollo sostenible

LOS TIEMPOS: Consideraciones sobre el doble aguinaldo

Ya es noviembre, y en menos de lo que nos demos cuenta para pensarlo, habrá acabado el año. En nada, comenzaremos con el ambiente festivo característico de estas fechas, la ciudad se llenará de luces navideñas, las calles se verán alborotadas por puestos de ventas y muchas personas entusiasmadas haciendo las compras. Estaremos pensando en los regalos, en los compromisos sociales, en las cenas de la época, y acompañando, como una sombra, a toda esta algarabía, estaremos pensando en la economía familiar que nos permita solventar estos gastos. Implícitamente, tendremos en mente al gran esperado aguinaldo y, claramente, al doble aguinaldo…

El pasado 10 de octubre, el Gobierno anunció el pago del segundo aguinaldo puesto que el crecimiento del país de julio de 2017 a junio de 2018 ha sido, según datos oficiales, del 4,61%, cifra superior a la establecida por decreto(4,5%) para poder ser entregado. Al momento del anuncio, hubo grupos que lo han rechazado por considerar esta medida como una amenaza a la economía, sobre todo para la micro y pequeña empresa, aunque otros sectores han expresado también su desacuerdo. Con preocupación se manifestó que el crecimiento no había sido homogéneo, es decir, que considera solo un incremento en la producción de algunos sectores, usando como punta de lanza para garantizar el pago del doble aguinaldo. Sin embargo, pese a estas marcadas críticas, la declaración está hecha y se debe cumplir con el decreto.

Pero, ¿cuántas personas verán esta medida de manera optimista? Según un reporte de la Fundación Milenio, únicamente alrededor del 15% de la población económicamente activa recibe este beneficio, lo que no debe sorprender por el carácter informal que tiene el sector laboral en Bolivia; así se pone en cuestionamiento su real efecto multiplicador en la economía. No obstante, viendo más allá de las personas beneficiadas y sin entrar más en este detalle, esta medida parece tener, más que otra cosa, un tinte electoral. El reflejo de la necesidad del Gobierno de satisfacer socialmente (y momentáneamente) a un grupo determinado, pero que resulta ser, por lo visto, reducido e incluso privilegiado.

Sin la intención de restarle importancia a lo anteriormente mencionado, el asunto radica, empero, en algo más profundo. Después de dos años se ha alcanzado el crecimiento establecido para poder decretar el doble aguinaldo, ya que ni en 2016 ni en 2017 se lo ha conseguido. El motivo principal para ello es que nuestro crecimiento económico está estrechamente vinculado al sector extractivo, ergo, está estrechamente vinculado al precio internacional del petróleo. Ha habido una notable recuperación de dicho precio, de 26,05 dólares (precio más bajo) en el año 2016 a alcanzar 76,90 dólares en el año 2018, por lo que no es de extrañar que en esta gestión la economía haya pasado el límite requerido de crecimiento.

Lo que debería llamarnos la atención, entonces, es que se pone en evidencia, una vez más, la alta dependencia que tenemos hacia el sector extractivo, y que luego de 10 años de bonanza económica, existe un manifiesto sobre la dificultad de fortalecer otros sectores que nos permitan mantener un crecimiento mayor al 4,5% en nuestro PIB, sin la estricta necesidad de un precio internacional elevado del petróleo. Es una muestra clara de la vulnerabilidad del modelo económico actual, en el que, si bien nos ha permitido gozar de estabilidad por varios años, nos vemos ya ante señales que pueden ser preocupantes como la abrupta caída de las reservas internacionales netas, el incremento en la deuda pública externa y la preocupación de que, en un futuro cercano, este panorama tienda a empeorar.

9 de noviembre de 2018
Fuente: Los Tiempos

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