En su informe sobre la situación económica del país, la Fundación considera de vital importancia superar el déficit fiscal que el año pasado fue de $us 4.676 millones. Para ir en la senda de la reactivación Milenio recomienda la liberación de la economía
La Fundación Milenio en su análisis de la economía del país en el periodo 2020-2021, hace notar que la irrupción del Covid-19, y las medidas de emergencia adoptadas para contrarrestarlo, tuvieron un impacto sin precedentes sobre el comercio y la producción mundial.
En Bolivia las exportaciones cayeron, aunque en menor magnitud que las importaciones, lo que ha resultado en una cuenta corriente de balanza de pagos equilibrada, después de un lustro de déficits comerciales abultados.
No obstante, la desinversión externa en el país (venta de activos) ha debido ser compensada con la adquisición de deuda externa y la caída en las reservas internacionales.
Es en este punto, los economistas José Luis Evia y Luis Carlos Jemio, autores de este informe, hacen notar durante la gestión pasada la desinversión fue de $us 1.048 millones, debido a que si bien la inversión directa de residentes del resto del mundo en el país fue de $us 219 millones ($us 156 millones en el sector de hidrocarburos, $us 96 millones en el comercio y $us 64 millones en la industria manufacturera), la salida de capital o desinversión fue de $us 1.268 millones , por lo cual el resultado neto es una desinversión de $us 1.048 millones.
Al escenario de un país poco interesante para invertir se debe agregar que cada vez el déficit fiscal se torna insostenible, pues los gastos siguen superando ampliamente a los ingresos.
En su informe, Milenio destaca que el 2020 se registró el mayor déficit de los últimos años, equivalente $us 4.676 millones, un 57,2% más que el déficit que se registró en 2019
“Este déficit se origina en la caída de los ingresos (20,1%), superior a la caída de los egresos totales (7,8%). Hay que destacar, también, que se generó un déficit corriente de $us 2.242 millones, déficit que no se registraba desde hace muchos años”, se detalla en el documento.
Los ingresos corrientes cayeron el 2020, con relación al 2019, en 20,1%. Los principales ingresos que explican esta reducción son los ingresos tributarios, que cayeron en 23,5%, y que, dada su elevada participación en los ingresos totales, representaron el 52% de la reducción de los ingresos corrientes.
El mayor incremento en los egresos corrientes provino del incremento en las transferencias corrientes, debido a los bonos a las familias en medio del estallido de la pandemia.
Estas transferencias se incrementaron en la gestión 2020 en $us 1.315MM (68,6%). El incremento en los servicios personales también contribuyó al crecimiento de los egresos corrientes, aún cuando en menor grado: $us 193 millones (3,6%). Estos incrementos fueron parcialmente compensados por la reducción del rubro bienes y servicios, que se contrajo en $us 729 millones. Los egresos de capital se redujeron en $us 2.177 millones (47,1%), alcanzando el 2020 a $us 2.447 millones.
Acciones necesarias de política económica
Para la Fundación Milenio, dada la fragilidad macroeconómica del país, y también la débil recuperación productiva (que se refleja en las altas tasas de desempleo, subempleo, precarización laboral e informalidad creciente), se torna apremiante la necesidad de hallar recursos externos que ayuden a consolidar la estabilidad monetaria y cambiaria.
Esto, al mismo tiempo que debería acometerse las acciones efectivas para bajar el déficit fiscal a niveles más manejables, disminuir el gasto público no indispensable, quitar los subsidios a las empresas estatales no rentables y, en general, mejorar la eficiencia de la administración pública.
Hacia adelante será necesario generar una base de ingreso que permita restaurar el nivel de consumo de la economía, sin tener que echar mano de las reservas internacionales o de recurrir al crédito externo e interno en un grado excesivo.
Pero ello no ocurrirá si no se facilita y apoya desde el Estado el desenvolvimiento de los sectores privados, y muy especialmente las exportaciones de productos agrícolas e industriales y servicios tecnológicos, suprimiendo las restricciones al comercio externo y a los precios internos, y resolviendo la falta de recursos en las empresas para capital de operaciones e inversiones.
Todo esto trae aparejada la exigencia de promover las inversiones en un ambiente de seguridad jurídica, reglas claras, libre competencia y buena gobernanza.
La institución remarca que la marcha hacia la reactivación económica y la retoma de una senda de crecimiento sostenido, con estabilidad fiscal, monetaria y financiera, plantea la necesidad de una política de liberalización de la economía para que la inversión privada nacional y extranjera y el potencial emprendedor de los bolivianos puedan crear nuevas oportunidades productivas y desarrollen una oferta exportadora robusta y diversificada que incrementen el empleo, el ingreso y el consumo de la población.
27 de agosto de 2021
Fuente: El Deber
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