El último informe de la Fundación Milenio sobre la economía boliviana, identifica al bajo nivel de divisas; la dificultad de financiar el déficit fiscal y; el incremento del costo y volumen de los combustibles importados, como los riesgos más importantes que podrían “deslizar la economía por un escenario crítico”, y advierte que el país aún afronta restricciones, tensiones e incertidumbres generadas por factores externos como el conflicto bélico en Europa, e internos como una eventual crisis política.
Por otro lado, también señala que la situación de crisis mundial ha configurado una coyuntura desafiante para Bolivia y una ventana de oportunidad para transformaciones económicas estructurales. “La demanda mundial de productos y servicios que Bolivia puede ofrecer como alimentos, minerales, servicios de la industria digital y energías; el ascenso de precios; la existencia de recursos naturales y la capacidad instalada de nuestra industria; contienen un potencial productivo que puede ser desarrollado con políticas correctas, eficaces y oportunas”, indica el documento.
Para aprovechar estas oportunidades, –según Milenio– se requiere de reformas en la política económica y en el modelo de crecimiento: apertura y liberalización económica, innovación tecnológica, integración a los mercados globales, promover las inversiones como motor de expansión, modernización y diversificación productiva.
El Informe recalca también que el progreso económico y la estabilidad política se condicionan mutuamente, y advierte la existencia de problemas que afectan la confianza y la seguridad de la economía, como una crisis política en ciernes, gobernabilidad debilitada, inestabilidad social, falta de concertación y ausencia de políticas de Estado. “Estos problemas pueden bloquear la corrección del rumbo económico, y que se desperdicien las oportunidades existentes, si ello ocurre, Bolivia puede quedar atrapada en el estancamiento económico y la inestabilidad política y social”, señala.
El estudio, presentado este jueves 23 de junio, fue coordinado por Henry Oporto y realizado por los investigadores Javier Cuevas, Rubén Aguilar y Enrique Araníbar. Contiene una serie de análisis documentados del sector externo, el desempeño económico y fiscal, la gestión monetaria y financiera y la situación del empleo y la pobreza, además incluye una investigación minuciosa sobre la situación, problemas y perspectivas de la tarifa dignidad, elaborado por el especialista Francesco Zaratti. En la presentación, realizada en la ciudad de La Paz, el economista y experto en análisis financiero Jaime Dunn realizó un comentario del informe, destacando su alcance y visión integral.
Desempeño de la economía en 2021
Según Milenio, la reactivación pos pandemia se caracterizó por una expansión de sectores como la minería, construcción, transportes y comunicaciones, en contrapartida, agricultura y ganadería tuvieron un incremento menor a la tasa que lograron en 2020. Por su lado, Hidrocarburos registró un repunte mínimo de 2.6% y el Sistema Financiero una tasa exigua de 0.6%.
El mercado laboral –pese al descenso de las tasas de desempleo y subempleo–, se mantuvo en una situación muy precaria, dada la menguada demanda de empleo en las empresas y el aumento incesante del trabajo informal y por cuenta propia.
“El desempeño de las finanzas públicas se caracterizó por la expansión del gasto, lo que se tradujo en un déficit fiscal de 9.2% del PIB, el segundo más alto en ocho años. Los ingresos tributarios no llegaron a cubrir los gastos corrientes del gobierno. Las empresas estatales continúan mostrando resultados exiguos y algunas afrontan problemas financieros y de mercado. La dificultad de financiar el desequilibrio fiscal con crédito externo ha acelerado el crecimiento de la deuda interna, principalmente a través del crédito neto del BCB y los títulos emitidos por el TGN. En 2021 la deuda pública escaló al 82%, en circunstancias en que las tasas de interés en los mercados internacionales están al alza”, precisa el informe.
Respecto a la política monetaria del BCB, Milenio considera que “su principal problema tiene que ver con la pérdida de reservas internacionales, y sobre todo el continuo drenaje de divisas. Estas últimas disminuyeron en 738 millones de dólares en 2021, tendencia que ha perdurado durante el primer trimestre de este año”. El informe advierte que “Para marzo de 2022, el saldo de divisas bajó a 1.336 millones de dólares”.
Respecto a las exportaciones, Milenio considera que éstas se favorecieron de las altas cotizaciones de minerales y oleaginosas. Un contraste notable se dio en las exportaciones de gas natural, afectadas por la declinación en la producción, lo que conllevó el descenso en la producción de los líquidos, con el consiguiente aumento de la importación de combustibles. Para el segundo trimestre de 2022 el saldo comercial entre la venta de gas y la compra de combustibles es ya negativo: se exportó gas por un valor de 649 millones de dólares frente a 662 millones de dólares de combustibles importados.
La inversión extranjera directa, –informa la Fundación– ha registrado una cifra positiva de 594 millones de dólares, después de dos años de cifras negativas. El aumento de la inversión se explica más por la reinversión de las utilidades de las empresas que por nuevos flujos de inversión directa, que siguen siendo escasos.
Sólido sistema financiero
Para Milenio, la buena noticia para la economía boliviana es la solidez del sistema financiero. “Los depósitos y los créditos crecieron en 6.9% y 4.1%, respectivamente, con relación a 2020. No obstante, el incremento de la cartera de préstamos sigue por debajo del ritmo logrado en años precedentes. La cartera en mora fue del 1.6%, y las previsiones de la banca llegaron a ser dos veces la cartera en mora, lo que refleja la fortaleza de las entidades financieras frente al riesgo crediticio.
Medidas de riesgo
El estudio también hace un análisis de algunas medidas que considera de riesgo como la utilización del gasto público como motor económico, lo que según Milenio, colisiona con la necesidad de preservar el nivel de divisas y con las restricciones en la financiación del déficit fiscal. “El financiamiento externo, mediante la emisión de bonos soberanos, luce dificultoso y más oneroso. Los bonos nacionales tienen como piso mínimo la tasa de interés de 7.5%, que corresponde al canje de bonos de febrero de 2022. La emisión de títulos del TGN se acerca peligrosamente al techo de la recaudación anual del sistema integral de pensiones. Ello supone menores recursos financieros para la actividad privada y, desde luego, debilita la reactivación. El crédito del BCB, para resolver problemas de liquidez del sector público, presiona a una mayor pérdida de divisas”, especifica.
Asimismo insiste que el mayor riesgo para la economía es el bajo nivel de divisas, que, junto con el alto déficit fiscal, pueden deslizar la economía por un escenario crítico. “En ese sentido, el Reglamento de Operaciones Financieras con el Extranjero dispuesto por el BCB, que obliga a las empresas estatales de transferir sus divisas en el extranjero al BCB, puede incidir en la percepción de los agentes económicos sobre la capacidad del gobierno de preservar la disponibilidad de divisas y, por extensión, el tipo de cambio fijo.
23 de junio de 2022
Fuente: Brújula Digital
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