Economía, política, desarrollo sostenible

Coy 405 – Beni y Pando, las economías cenicientas de Bolivia

Las economías de Beni y Pando, las más pequeñas del país, tuvieron un desempeño favorable durante la última década. En ambos casos, la agricultura y la construcción fueron sectores determinantes para mantener su crecimiento, habiendo alcanzado como valores más altos el 10.36 por ciento para el Beni en 2006, y el 11.68 por ciento para Pando en 2007 (ver gráfico 1).

En 2017 la economía beniana pasó a crecer a una tasa de 3.9 por ciento, menor al 5 por ciento de las dos gestiones previas. Pando, por su parte, recuperó algo de dinamismo llegando a 2.91 por ciento en 2017, superior al 2.4 por ciento de 2016. En promedio, entre 2005 y 2017, el departamento de Beni creció en 3.8 por ciento y Pando en 4 por ciento, por debajo del promedio nacional en el mismo período de 4.9 por ciento.

Divergencia de ingresos

También hay diferencias entre el Producto Interno Bruto per cápita de Bolivia, y los correspondientes a los departamentos de Beni y Pando (ver gráfico 2). Así, hasta el año 2008 el ingreso pandino por habiente fue similar al promedio nacional, pero a partir de 2009 empezó a divergir creándose una brecha cada vez mayor hasta el 2017; éste último año, mientras el PIB per cápita nacional llegaba a US$ 3,390, el de Pando se situaba en US$ 2,442.

Entretanto, Beni presentó un descenso en su ingreso departamental el año 2015, pero se recuperó en las siguientes dos gestiones. El ingreso per cápita beniano tuvo un incremento más constante, logrando acercarse al nivel de Pando.

Entre el año 2005 y 2017 hubo cambios importantes no solo en los montos sino también en las posiciones relativas de los departamentos. De hecho, Pando sufrió un cambio drástico: si en 2005 tenía el tercer ingreso per cápita más alto del país en 2005 con US$ 1,144, solo por debajo de Tarija (US$ 2,437) y Santa Cruz (US$ 1,214), en 2017 pasó a ocupar el penúltimo lugar, y tan solo por encima de Beni (ver gráfico 3). El Beni, por su lado, cayó del antepenúltimo lugar en 2005, por encima de Potosí y Chuquisaca, al último lugar en 2007.

Ello sugiere que, si bien hubo mejoras notorias en los ingresos beniano y pandino, los ingresos del resto del país consiguieron mayores beneficios en el periodo de bonanza, principalmente de las regiones con economías muy dependientes de la producción y exportación commodities.

Crecimiento del producto departamental

Ambos departamentos mantuvieron un comportamiento similar en su producto en la gestión 2017, aunque con diferentes ritmos de dinamismo: la minería fue el sector económico más importante, superando tanto a la agricultura y las industrias manufactureras, como también a la construcción que tendió a desacelerarse.

En 2017 la economía beniana creció a una tasa de 3.9 por ciento, menor al 5.3 por ciento de 2016. La actividad más importante, aquella con el mayor aumento relativo, fue la minería (minerales metálicos y no metálicos) con un 9.8 por ciento, mayor a la gestión previa, seguida de la agricultura, silvicultura, caza y pesca con 4.9 por ciento y el transporte, almacenamiento y comunicaciones con 4.8 por ciento (ver gráfico 4). Llama la atención el importante cambio en la construcción que pasó de crecer 14.1 por ciento en 2016, liderando ese año la economía beniana, a contraerse a -0.01 por ciento en 2017.

Al igual que Beni, Pando basó su crecimiento la gestión 2017 en la minería, que tuvo una variación positiva de 13 por ciento, recuperándose de la caída previa de 1 por ciento. En segundo lugar, y muy por debajo, quedaron los servicios comunales (3.7 por ciento) y en tercer lugar el transporte, almacenamiento y comunicaciones con 3.4 por ciento (ver gráfico 5).

También destaca la desaceleración de los establecimientos financieros y de las industrias manufactureras, que respecto a 2016 permanecieron casi sin variación. Vale la pena destacar que la cartera de créditos de los bancos múltiples y pyme en Pando, se redujeron en aproximadamente 5.4 por ciento en 2017 con respecto a 2016. Si bien la construcción creció en 1.4 por ciento, este valor estuvo bastante lejano del 6 por ciento de 2016.

Exportaciones

Hasta el año 2011 el total de las ventas al exterior de parte del Beni llegó a US$ 129.2 millones, impulsadas por su principal producto de exportación, la castaña, con US$ 125.8 millones; que entonces representaba más del 97 por ciento del valor total exportado (ver gráfico 6). En 2014 hubo un incremento de 185.0 por ciento con respecto al año 2013, pasando de un valor de US$ 120.5 millones a US$ 343.6 millones, en un solo año. Sin embargo, las ventas de castaña solo subieron en 33.6 por ciento.

Entretanto, la importante novedad estuvo vino de la mano del excepcional incremento de las exportaciones de oro, que pasaron de US$ 8.1 millones en 2013 a US$ 195.5 millones en 2014. En 2015 estas exportaciones bajaron en 3.2 por ciento, en tanto que en 2016 y en 2017 subieron en 2 por ciento y 25 por ciento, respectivamente.

El nivel récord exportado para el año 2017 ha sido de US$ 423.4 millones, del cual US$ 266.3 millones correspondieron al oro; casi dos terceras parte del valor total exportado. El segundo producto de exportación fue la castaña con US$ 153.4 millones, y con una contracción de 0.3 por ciento con respecto a 2016. La madera alcanzó un valor de US$ 3.2 millones, si bien superior a las pasadas gestiones, todavía por debajo del nivel más alto de US$ 7.5 millones de 2007.

En cuanto a las exportaciones de Pando, encontramos que el año 2012 el valor total fue de US$ 21.3 millones, seguido de una caída en 2013, y remontando en 2014 hasta los US$ 38.7 millones; casi duplicándose en un solo año. Lo mismo que en el caso del Beni, si bien la castaña ha tenido un importante incremento, además de las maderas exportadas, el mayor protagonismo ha sido de la exportación de oro, habiendo pasado de US$ 2.0 millones en 2013 a US$ 13.1 millones en 2014 (ver gráfico 7).

En 2017 las exportaciones pandinas se contrajeron por tercer año consecutivo, alcanzando un valor de US$ 26.5 millones. La castaña fue el principal producto de exportación con US$ 14.5 millones, contrayéndose por segundo año consecutivo. El oro, en cambio, subió a US$ 11.0 millones, mientras que las maderas registraron un valor exportado de US$ 1.1 millones, muy por debajo de los US$ 9.8 millones de 2006, cuando constituía el principal producto de exportación del departamento.

La irrupción del oro

Las similitudes entre ambos departamentos saltan a la vista. La castaña se ha consolidado como un producto de suma importancia para sus economías, conjuntamente con la exportación de madera, que, de este modo, adoptan la característica común de sustentarse ampliamente en actividades agroforestales renovables.

No obstante, desde el año 2012 esa situación comenzó a experimentar cambios con la irrupción del oro, como actividad extractiva con un peso creciente en ambas economías, principalmente en el Beni, lo cual, por cierto, es un hecho de gran relieve por tratarse de dos departamentos sin tradición de economía minera. Al mismo tiempo, la explotación de recursos maderables registra una paulatina disminución, representando ahora menos del 10 por ciento de las ventas totales.

Tal parece que los problemas de mercado y de competitividad, que afectan a las actividades tradicionales de las economías de las regiones nortinas del país, paralelamente al irresistible atractivo de las explotaciones de oro, con altas cotizaciones internacionales, inciden en una recomposición de las economías de Beni y Pando. La pregunta es qué pasará cuando la cotización y/o producción de oro experimente una caída significativa.

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