El libro de la Fundación Milenio propone un debate sobre las políticas para prevenir contrataciones estatales discrecionales y prácticas empresariales corrosivas, además de las condiciones necesarias para atraer la inversión que la economía boliviana precisa.
La última producción de la Fundación Milenio analiza los flujos financieros vinculados a regímenes no democráticos que aprovechan la debilidad del sistema institucional para propiciar negocios espurios, reproduciendo esa debilidad y socavando los fundamentos democráticos y de un crecimiento económico genuino.
El libro propone un debate sobre las políticas para prevenir contrataciones estatales discrecionales y prácticas empresariales corrosivas, además de las condiciones necesarias para atraer la inversión que la economía boliviana precisa, dentro de un marco de legalidad, buen gobierno y vigilancia ciudadana.
El concepto de “capital corrosivo” sintetiza un importante fenómeno que afecta a Bolivia: la presencia de capitales pertenecientes o vinculados a regímenes autocráticos que saca ventaja de las fragilidades estatales y de gobierno de otros países para hacer negocios que pueden ser tóxicos para la vida económica y política de estos últimos. El concepto trata un fenómeno que puede dañar al mismo tiempo la democracia y el desarrollo.
La investigación explora los desafíos que plantea la cuestión del capital corrosivo, entrando su atención en los movimientos de capitales que pueden ser disfuncionales para el país, así como en el entorno económico, político e institucional que los favorece.
El libro publicado busca promover una discusión informada sobre el tema y aportar a la construcción de herramientas eficaces para prevenir malas políticas y prácticas empresariales y, por el contrario, crear condiciones institucionales, normativas, políticas y culturales para atraer y movilizar la buena inversión y las buenas prácticas empresariales.
Repensar la cooperación internacional
Para Bolivia es imperioso captar la inversión extranjera y canalizar créditos internacionales para compensar el insuficiente ahorro nacional. Estos flujos de capital no tienen por qué ser forzosamente corrosivos; mucho depende de los incentivos y las oportunidades. El dilema del país es decidir cuáles de las políticas de potencias extranjeras son compatibles con nuestro interés permanente y de largo plazo como nación soberana. Y lo más importante: demostrar que el Estado boliviano puede ser un interlocutor creíble y confiable, en un relacionamiento de mutuo beneficio con otros estados, empresas extranjeras y compañías internacionales, y dentro de una tendencia de mayor transparencia y supervisión de los negocios y convenios.
20 de mayo de 2021
Fuente: El Deber
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