EL DÍA: Economía, la desaceleración deja seis señales muy preocupantes

Análisis. Mientras el Gobierno asegura que la situación macroeconómica está mejor que el año pasado; los economistas ven muy relativo y a la vez vulnerable a los precios internacionales.

Un alto déficit fiscal, escaso ajuste en el gasto público, mayor endeudamiento, bajo dinamismo de la inversión pública, una declinante producción hidrocarburífera y sequía en la inversión privada, son en conjunto las mayores señales de preocupación de la situación macroeconómica en este primer semestre de balance, según los expertos del área.

Pese a la leve recuperación de los ingresos por exportaciones como efecto de la mejora en los precios internacionales de las materias primas, entre ellas del petróleo que de una previsión de 45,5 dólares el barril en el PGE (Presupuesto General del Estado) 2018 alcanzó a $us 70, la economía de Bolivia sigue desacelerada, señalan los analistas.

La Fundación Milenio, en su reciente balance «crecimiento, riesgos y desafíos», señala que la economía boliviana, si bien ha presentado en los últimos meses de 2017 y en los primeros de 2018, mejoras en algunos indicadores, sobre todo por el impulso de la recuperación de los precios externos, «estos no han sido suficientes para revertir su crecimiento menguante», señala.

En tanto, Germán Molina, economista y docente de la Universidad Católica de La Paz, señala que la desaceleración económica, comenzó el 2014 y continuo el 2017 con un 4,2% de crecimiento respecto al 2016.

«Aún el crecimiento económico es aceptable, pero vulnerable su sostenibilidad por su elevada dependencia de la exportación del gas a dos mercados con contratos y con fechas de vencimiento en los próximos años, con la Argentina el año 2017 y con Brasil el año 2019», sintetizó.

En contrapartida, a una mitad de gestión, el Gobierno califica como positivo el comportamiento de la economía con relación al mismo periodo del 2017, lo cual para los analistas, es gracias a la recuperación de los precios del petróleo, pero de ninguna manera a una política gubernamental enfocada hacia la recuperación económica.

Una mirada retrospectiva. Milenio describe qué pasó en los últimos 12 años de gobierno de Evo Morales. En dicho periodo, en casi una década primó los buenos precios del petróleo y las materias primas, lo que generó el auge de la bonanza económica. La economía boliviana incrementó sus tasas de crecimiento hasta un máximo de 6.8% del PIB (Producto Interno Bruto), en 2013.

Desde entonces mantiene una trayectoria de desaceleración, con la caída del ritmo de crecimiento al 4.2% en 2017, que se explica sobre todo por la menor cotización del petróleo. «Como es sabido, nuestra economía tiene una alta dependencia de la producción y exportación de gas natural, cuyo precio de exportación está asociado a la cotización internacional de crudo», refiere.

Sin embargo, destaca Molina, la política económica del Gobierno, pese a la desaceleración y caída de ingresos de los últimos tres años, no ha cambiado, en sus medidas de previsión y ajustes.

«Del 2006 al 2017 continúa apostando a la expansión del gasto público financiado con desahorro público, crédito del Banco Central de Bolivia y endeudamiento externo», señala el economista.

El gasto destinado a la inversión pública, según la interpretación de Molina, tiene la finalidad de obtener ingresos adicionales cuando comiencen a entrar en operación con la venta de urea, electricidad, litio, turismo, entre otros. «Al primer semestre (por ejemplo), la planta de urea que comenzó su puesta en marcha está paralizada hasta la fecha y no se cuenta con información oficial fidedigna porque razón, y la apuesta que hicieron de generación de divisas adicionales para el país no se cumplió», apunta.

Por su parte, la Fundación Jubileo argumenta que pese a que los ingresos a las cuentas fiscales como el IDH (Impuesto Directo a los Hidrocarburos), de acuerdo a los datos oficiales al primer cuatrimestre, tuvieron una recuperación 30,3% con relación al año anterior, las políticas de gobierno siguen invariables. «El Estado requiere una mejor planificación y una racionalización del gasto sobre todo corriente», señala un reciente estudio de dicha fundación.

Las variables más preocupantes. La tasa de inflación del 2017 fue 2,71% respecto al 2016, siendo una de las más bajas excepto a la del 2010 durante los tres períodos gubernamentales del presidente Morales.

El otro tema tiene que ver con la relación superávit y déficit fiscal. Este último se incrementó en estos últimos tres años. Molina, describe que en las cuentas fiscales, en casi dos períodos presidenciales del presidente Morales, es decir 8 años (2006-2013) el país se benefició con superávit fiscal acumulado de 14,5% respecto al PIB que significó la acumulación de ahorro público.

El último año de su segunda gestión y tres años de su tercer período, transcurrió (2014-2017) con déficit fiscal acumulado de 22,6% del PIB. «Eso representa un desahorro del sector público que supera todo lo ahorrado y sin espacio fiscal para políticas públicas con fundamentos y principios económicos», asegura el experto.

Bolivia ingreso al sendero de los déficits mellizos (Déficit fiscal y déficit de balanza comercial), que significa financiar los desequilibrios interno y externo con desahorro y endeudamiento del sector público.

«Los ingresos en el país mermaron, generando al 2017 déficit fiscal, una ralentización del crecimiento y paradójicamente una acentuado incremento del gasto público en todos sus niveles», corrobora Jubileo.

Incremento de la deuda. Milenio describe que el peso de la deuda externa del país mantiene un crecimiento constante. Hay que recordar que en los años 90 e inicios del siglo XXI, varios gobiernos consiguieron la condonación parcial de la deuda bilateral y multilateral, lo que dejó para fines de 2007 un saldo de US$ 2,208 millones. Ya en la gestión del actual gobierno, y tras el boom de ingresos externos y superávit fiscal, el endeudamiento externo vuelve a ser una variable macroeconómica relevante, con un impulso significativo en los últimos tres años. «Es así que la deuda externo ha pasado de US$ 7,268 millones en 2016 a US$ 9,428 millones en 2017, con un aumento de 29.7 por ciento en un solo año», señala Mil

A su vez, el viceministro de Presupuesto y Contabilidad Fiscal, Jaime Durán, con datos del Banco Central de Bolivia(BCB), informó que al mes de mayo la deuda externa pública alcanzó a $us 9.574 millones, lo que representa el 23% del PIB nominal nacional, que este año se ubica en $us 37.782 millones.

Punto de vista

El Gobierno debe practicar el respeto a la reglas’

«El problema económico de riesgo son las fuentes de financiamiento a los desequilibrios fiscales mediante créditos del Banco Central de Bolivia y endeudamiento externo, que tiene que analizarse y revisarse cuidadosamente para evitar ingresar en el sendero de expectativas inflacionarias al alza en el mediano y largo plazo.

En general todos los sectores económicos gestionados, particularmente por el sector privado lograron un crecimiento positivo y relativamente sostenido. Los sectores de hidrocarburos y minería fueron afectados por la caída de la demanda y los precios. Es fundamental que el sector público evalué exhaustivamente cada una de las empresas públicas si tienen que continuar, ajustar o cerrar para precautelar que el daño a la economía que podría ocasionar sea mínimo.

Es fundamental que la administración gubernamental predique y practique el respeto a las leyes y reglas, para mantener la confianza y credibilidad en el sistema por parte de los agentes económicos consumidores y empresarios que es lo más importante para la toma de decisiones económicas y no económicas en cada instante del tiempo. Es importante una Alianza Pública Privada, para la inversión, la generación de empleo, nuevas actividades empresariales en todos los sectores económicos que contribuiría a un mayor crecimiento económico de nuestro país.

Un clima amigable y de incentivos para atraer a la Inversión Extranjera Directa (IED) que beneficie a nuestro país desde la transferencia de conocimiento, tecnología, formación de capital humano boliviano hacia la economía digital.

Establecer una gestión de política fiscal en un contexto de escasez de recursos públicos asignando gasto con recursos genuinos (impuestos) destinado a una administración de gestión por resultados, estricta disciplina fiscal y evaluar el proceso de endeudamiento público externo que aceleradamente está incrementándose y comprometiendo los futuros ingresos públicos para destinar mayores montos para cancelar el servicio de la deuda (intereses y amortización del capital)».

Germán Molina
Economista y Analista

5 de agosto de 2018
Fuente: El Día

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