Un preocupante informe revela un cambio drástico en la situación energética de Bolivia en los últimos siete años. De exportador neto de hidrocarburos, el país ha pasado a ser un importador neto, planteando serios desafíos para su seguridad energética.
Si en 2013 las exportaciones de gas superaban los 6.000 millones de dólares y las importaciones apenas estaba por encima de los 1.000 millones, en 2022 las importaciones alcanzaban a 4.000 millones, 1.000 millones más que las exportaciones. Para 2025 se cree que el país importará 2.000 millones de dólares más que los que exportará.
El subsidio a las importaciones de combustible alcanza anualmente a unos 1.700 millones de dólares, ya que el Estado compra diésel y gasolina a un precio de alrededor de 1,5 dólares el litro y los vende internamente a medio dólar.
Esta situación, según el informe de la fundación Milenio, pone a Bolivia en riesgo de enfrentar eventos de escasez de combustibles, incluyendo gasolina y diésel, así como una eventual falta de gas natural. La dependencia en aumento de la importación de estos productos expone al país a posibles crisis energéticas en el futuro cercano. La seguridad energética del país está en riesgo.
La situación se agrava aún más debido a las proyecciones que sugieren que, para el año 2025, los ingresos generados por la exportación de gas no serán suficientes para cubrir el monto de subsidio necesario para la importación de combustibles. Hace casi una década el déficit fiscal supera el 7% del PIB.
Producción de gas en declive
El informe de la Milenio, titulado “Informe sobre la Economía de Bolivia N° 45” y publicado en junio de 2023, revela que la producción de gas natural en Bolivia ha experimentado una drástica reducción del 35% desde el año 2015. Este declive es una de las principales razones detrás de las dificultades del país para cumplir con sus compromisos de exportación de gas.
Además, el informe señala que los dos mercados externos principales del país, que son Argentina y Brasil, están aumentando su producción de gas, lo que significa que necesitan comprar menos gas boliviano.
Simultáneamente, el consumo interno de gas en Bolivia está creciendo a un ritmo promedio anual del 3%. Todo esto apunta hacia un futuro en el que Bolivia podría tener que importar gas en algún momento no muy lejano, lo que representa una “tormenta perfecta” para la seguridad energética del país, que no tiene posibilidades realistas de reversión a corto plazo.
Más importación de combustibles
El informe destaca que en 2022, la producción de gas natural disminuyó un 8% con respecto al año anterior y no se registraron nuevos descubrimientos de gas que pudieran mejorar la relación entre las reservas y la producción de gas.
A pesar de un aumento del 33% en los ingresos por exportación de gas en 2022 debido al aumento de los precios en los mercados internacionales, los volúmenes de exportación cayeron un 14%, pasando de 32,09 millones de metros cúbicos diarios (MMmcd) a 27,48 MMmcd, debido a la disminución de la producción de gas y la disminución de la demanda en Argentina y Brasil. En contraste, el consumo interno de gas aumentó un 10% en comparación con 2021, lo que redujo la disponibilidad de gas para la exportación.
Al mismo tiempo, el informe revela que el valor de las importaciones de diésel y gasolina aumentó en un sorprendente 96% y 110%, respectivamente, en 2022, impulsado por el aumento de los precios del crudo en los mercados internacionales y una creciente demanda en Bolivia.
Estos incrementos, junto con el congelamiento de los precios domésticos, están generando un aumento constante de los subsidios al consumo interno y, en consecuencia, una salida continua de divisas del Banco Central.
Proyecciones para 2025
El informe ofrece proyecciones sombrías para la situación energética de Bolivia hacia el año 2025. Según estas proyecciones, cada año el país experimentará una disminución de los ingresos por exportación de gas debido a la reducción de la capacidad productiva, mientras que aumentará la necesidad de importar volúmenes crecientes de gasolina y diésel debido a la mayor demanda interna.
Como resultado, la relación entre las exportaciones e importaciones de combustibles se verá fuertemente desequilibrada, con un Estado que podría verse obligado a gastar más dólares en importaciones de combustibles de los que recibe de la exportación de gas natural. Esto generaría un deterioro continuo de los términos de intercambio comercial y podría llevar a un déficit acumulado considerable en los próximos años.
El informe de la Fundación Milenio plantea una perspectiva sombría para la economía y la seguridad energética de Bolivia en los próximos años. La disminución de la producción gasífera y el aumento de la demanda de combustibles internos están creando una brecha cuasi insostenible entre los ingresos y los gastos, lo que ejercerá una presión adicional sobre los recursos del gobierno en un momento en que enfrenta desafíos fiscales significativos.
22 de septiembre de 2023
Fuente: Brújula Digital
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