Bolivia es un país con importantes reservas de minerales, pero sin las condiciones que permitan el desarrollo de ese potencial en su vasta geografía andino-amazónica. La falta de inversiones, la inseguridad jurídica, el intervencionismo estatal, la incertidumbre
política, la informalidad en la actividad extractiva y el deterioro ambiental, entre otros, figuran en la lista de los problemas que asfixian y estancan a este fundamental sector económico.
Si los vientos del cambio soplaran a favor de la transformación productiva e institucional que la minería boliviana requiere, en pocos años los resultados podrían ser distintos y darían lugar a un nuevo comienzo en una industria que ha marcado los hitos más
relevantes en la historia económica del país, pero que también dio lugar a innumerables mitos que frustraron sus perspectivas de futuro.
Las oportunidades representan hoy la suma de la demanda de metales tradicionales, que mantiene una tendencia de crecimiento, con la de nuevos metales, estimulada por la transición energética y la revolución tecnológica y digital. Pero las oportunidades se
pierden, si no se desarrollan las capacidades de la minería en Bolivia, por ahora con dicionadas por una producción estancada, escaso valor añadido y exportaciones con centradas en pocos minerales altamente dependientes de las cambiantes cotizaciones
internacionales.
La Estrategia de Desarrollo Minero (EDM), que pone a consideración la Fundación Milenio, apunta a superar la contradicción entre oportunidades y potencialidades, para transitar de una minería subdesarrollada a un estadio diferente de transformación productiva y modernización institucional conducente a una minería sostenible, competitiva e inclusiva. Esta transformación hará de una renovada industria minera un motor de estabilidad y crecimiento de la economía nacional.
La EDM propone cinco políticas prioritarias: fomento y protección de la inversión minera; modernización de las cooperativas; sustentabilidad socioambiental; recursos humanos calificados; institucionalidad y buena gobernanza. Además, un Anteproyecto de Nueva Ley de Minería, y un Anteproyecto de Modificación a Ley General de Cooperativas, como instrumentos necesarios para proveer de garantías, incentivos y oportunidades a la inversión y a la actividad minera.
Construir una minería dinámica y sustentable no es un objetivo inalcanzable. Otros países vecinos ya lo lograron y Bolivia también puede hacerlo si se hacen las tareas en consenso, dejando atrás las cosas que lastran la actividad minera, y si se tiene la convicción y determinación de impulsar el progreso de la minería para generar más exportaciones, ingresos para el país y mejores condiciones de vida de los bolivianos en el este siglo.
Henry Oporto
Director Ejecutivo
Fundación Milenio