En el contexto de la pandemia del Covid-19, la economía boliviana se ha hundido en una recesión profunda, con un aumento inusitado del desempleo, fruto de la contracción de la actividad de las empresas y una demanda restringida en el mercado.
En este artículo, intentamos estimar la dimensión de la caída del empleo en el año 2020.
Para poder estimar la pérdida de empleos recurrimos a cinco fuentes de información pública: i) el registro de empresas de Fundempresa; ii) el padrón de contribuyentes del Servicio de Impuestos Nacionales; iii) la encuesta continua de empleo del INE, que registra una población ocupada de 5,856,606, y también la encuesta a las micro y pequeñas empresas en los rubros de industria, comercio y servicios; iv) la información de las Unidades Económicas Campesinas del Ministerio de Desarrollo Rural y Tierras, que registra aproximadamente 788 mil unidades económicas campesinas; v) dos encuestas nacionales de organizaciones de la empresa privada.
Tejido empresarial y absorción del empleo
El gráfico 1, que resulta de cruzar las fuentes de información ya mencionadas, configura el entramado empresarial del país y la capacidad de absorción del empleo por parte de los varios segmentos empresariales.
Para un total de 1.314.852 unidades que conforman la base empresarial de Bolivia, para el año 2020, se observa que el 34.3% son micro y pequeñas empresas (Mypes) y el 60% son Unidades Económicas Campesinas (UECAS); ambas categorías suman el 94.3% del tejido empresarial.
Se puede ver, también, que estas dos categorías absorben el 66% de la masa laboral, mayormente empleo informal. La mediana empresa, por su parte, representa el 5.3% de la base empresarial, y absorbe el 21.1% de la fuerza laboral; en tanto que la gran empresa (el 0.4% de la base empresarial) es responsable del 4.48% del empleo. Estos datos sirven como referencia para analizar la pérdida relativa de empleo en las distintas categorías de empresas.
Pérdida de empleo por categoría de empresas
Según los datos de la encuesta continua de empleo del INE, en el mes de julio 2020 -uno de los momentos de confinamiento más intensos- se tuvo la tasa más alta de desempleo urbano, alcanzando la cifra de 419.702 personas desempleadas, equivalente al 11,56% de la PEA urbana. Ya para diciembre de 2020 la tasa de desempleo había bajado a 8.23%, equivalente a 345.336 personas desempleadas; una cifra igualmente significativa.
Por cierto, estas tasas de desempleo reflejan niveles históricos, y dan una idea de la magnitud de la caída de la actividad económica ocasionada por la pandemia y la suspensión obligada de fábricas, negocios y otras operaciones comerciales y de servicios.
Como se muestra en el Gráfico 2, la pérdida global de empleos, a lo largo del año 2020, habría llegado a 1.029.824 empleos; esto equivale al 17,4% del empleo total (véase el Gráfico 1).
Desagregando los empleos perdidos por tamaño de empresa, se observa que las micro y pequeñas empresas registran pérdidas de 685 mil empleos, lo que representa el 66,5% del total del empleo perdido; la mediana empresa se redujo en 290 mil empleos (28,2% del total), mientras que la gran empresa se redujo 54 mil empleos, el 5,3% del empleo total perdido.
Pérdida de empleos por actividad económica
Tal como se puede ver en el Gráfico 3, el sector de servicios fue el más afectado por la pérdida de 295 mil empleos, que representa el 28,9% de todo el empleo perdido en la gestión 2020.
El segundo sector más afectado fue la actividad de comercio con una pérdida de 224 mil empleos (22% del total); luego se ubican la industria manufacturera, con 162 mil de empleos perdidos (16% del total); restaurantes y hoteles, con 160 mil de menos empleos (15,6% del total); la construcción, con una pérdida de 156 mil empleos (15,3% del total); la minería, que disminuyó en 24 mil empleos (el 2,3% del empleo total perdido en 2020).
¿Cómo revertir la caída del empleo?
El ejercicio de estimar la pérdida del empleo ocasionada por el Covid-19, arroja resultados que permiten apreciar la dimensión del problema social en medio de la crisis sanitaria y económica. Se trata, sin embargo, de una aproximación con limitaciones en las fuentes de información y que, por lo mismo, requiere de otros estudios para validar los datos calculados y, sobre todo, para actualizarlos con los registros correspondientes a los primeros meses de este 2021.
Hoy más que nunca se advierte la necesidad de un observatorio del empleo, y con recursos técnicos adecuados para el seguimiento y monitoreo de su desempeño y evolución. Y esto no únicamente con fines de información de la realidad del mercado laboral, sino también para el diseño de políticas y programas de estímulo a la reactivación económica y, consiguientemente, para fortalecer la capacidad de los distintos sectores de la economía y los segmentos empresariales de preservar y generar puestos de trabajo.
La importancia del empleo está fuera de discusión. De ello depende, primordialmente, que el país no retroceda a las cifras de pobreza y desigualdad social de principios de este siglo. Quien puede dudar que el desempleo masivo, lo mismo que los trabajos informales por cuenta propia y básicamente de sobrevivencia, son un caldo de cultivo para la inestabilidad social y política.
Para recuperar la capacidad de crear empleo no existen recetas mágicas. La única solución efectiva es un proceso robusto, integral e inclusivo de reanimación de la vida económica en todos los sectores y segmentos empresariales, con inversión sostenida y creciente y con nuevas aptitudes emprendedoras y de innovación en los negocios e iniciativas empresariales.