Durante el primer semestre del 2008, varios indicadores económicos fueron positivos lo que debería satisfacernos; sin embargo, este comportamiento favorable oculta diversos factores claves en el funcionamiento de la economía, de manera que para tener una visión completa sobre la marcha de la economía, es necesario retirar el velo para observar el fondo.
El crecimiento importante registrado en el primer trimestre, se explica por la continuidad del favorable entorno externo y por la puesta en marcha del emprendimiento minero San Cristóbal, factores que están impulsando el crecimiento. No obstante, la inversión permaneció en un nivel bajo, 15 por ciento del producto, que no significa una ampliación de la capacidad productiva de la economía, y que permita sostener el crecimiento futuro que, en este momento, depende estrictamente del marco externo favorable.
La inversión extranjera directa se ha reducido considerablemente en relación a la realizada en los últimos años de la década de 1990, y la privada nacional tampoco experimenta un cambio importante. Solamente la inversión pública, que tiene serios problemas de eficiencia, ha cobrado fuerza en razón a la creación de empresas estatales, que son la expresión de la visión estatista sobre la orientación de la economía.
Indudablemente, el origen de esta situación es el deterioro dramático del clima de inversión, a partir del daño a los derechos de propiedad por medio de los ataques a la inversión extranjera y las denominadas “nacionalizaciones”. La priorización de una agenda política en desmedro de una económica, completan un cuadro complicado para la inversión. Sin inversión, no hay posibilidad de crecimiento sostenible y de reducción de la pobreza.
Por otra parte, la inflación ha continuado su marcha ascendente pese a los esfuerzos gubernamentales por reprimirla, rompiéndose el ciclo de baja inflación que caracterizó los años noventa hasta el 2006.
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