Por: Gonzalo Flores
Un país es exportador neto de alimentos cuando exporta más alimentos de los que importa. Inversamente, es importador neto cuando importa más alimentos de los que exporta. El status de un país puede resolverse mediante una comparación del valor de sus exportaciones e importaciones de alimentos año a año. Generalmente se usa un período de tres años o más. Que un país sea exportador o importador neto de alimentos no indica si es autosuficiente en alimentos o no, y aún menos si su población está adecuadamente nutrida. Para examinar la condición de Bolivia nos basamos, en este artículo, en los capítulos de la clasificación CUCI Rev.
El gráfico muestra que desde el año 2000 Bolivia exporta más alimentos de los que importa. Claramente, no es un logro atribuible al actual gobierno. Esta clasificación y otras permiten ver que el criterio de “más de tres años” se cumplió, incluso en el año 2011, cuando las importaciones crecieron, como una respuesta al alza global de precios de alimentos 2010/2011 . La información anterior basta para clasificar a Bolivia en el grupo de países exportadores netos de alimentos. Sin embargo, una mirada más cuidadosa revela detalles valiosos.
La torta de soya es el elemento decisivo
La torta de soya plantea un problema especial: ¿es un alimento o no? Las estadísticas comúnmente usadas para clasificar a los países en exportadores o importadores netos de alimentos suponen que los alimentos son para consumo humano. Pero la torta de soya no es consumida directamente por los humanos, sino por animales, lo cual llevaría a clasificarla como forraje, y por tanto tendría que ser excluida de las estadísticas de alimentos; con lo cual se observa un cambio importante en la balanza comercial:
Con torta de soya, Bolivia ha exportado en los últimos 11años un promedio de 855 millones de dólares anuales y ha tenido un saldo positivo anual promedio de 456 millones. Sin torta de soya, el promedio anual de exportaciones se reduce a 508 millones y el saldo anual a sólo 109 millones. La diferencia entre exportaciones e importaciones es cada vez menor: mientras las exportaciones tienden a caer, las importaciones tienden a subir, lo cual podría poner al país en posición de importador neto de alimentos en muy poco tiempo.
Exportaciones de alimentos y países de destino
Se debe distinguir: a) las exportaciones principales (71%), asociadas al cluster de la soya, el girasol y el sorgo. Incluyen: granos, tortas y aceites de soya, girasol y sorgo, y sus derivados; representan la gran mayoría de las exportaciones: 71%; b) las exportaciones de un grupo intermedio (20%), muy importante por sus potencialidades de crecimiento, que incluyen quinua y sus derivados, castaña, lácteos, huevos de ave, azúcar, alcohol1%, bananas, café; c) Las exportaciones de un grupo terciario, que no se debe despreciar, porque ya han abierto mercados y podrían expandir sus ventas: carnes, frijol, palmitos, piñas, vinos y otros alcoholes, chocolates y otros exportados ocasionalmente.
Bolivia vende en primer lugar a países vecinos, que representan el 94% de los ingresos de exportaciones. De otro lado, Bolivia exporta soya mayormente a Colombia, Perú y Ecuador, en virtud de los acuerdos logrados en la CAN sobre tarifas preferenciales. Pero Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, por una parte, y Colombia y Ecuador, por otra, han firmado el ACE-59, que elimina tarifas a los productos producidos en cualquier de los países signatarios. Así pues, las tarifas sobre la soya serán eliminadas en 2018, lo que implica que la soya de Argentina, Brasil y Paraguay entrará libremente a Colombia, compitiendo con la soya boliviana. Asimismo, el tratado de libre comercio de Colombia y Perú con los EE.UU, hará que a esos países ingrese más soya norteamericana.
Importaciones de alimentos y origen de las mismas
Lo importante es saber que: i) se está importando una gama amplia de alimentos, opuesta a la gama estrecha que Bolivia exporta; ii) se importa alimentos que se producen en el país, incluso se importa productos en los cuales el país tiene capacidad exportadora; iii) se ha incrementado la proporción de productos importados sin procesar (especialmente cereales sin procesar, frutas y verduras frescas). Cinco países (Argentina, Chile, Brasil, Estados Unidos y Perú) son los principales abastecedores de alimentos de Bolivia y representan el 85% de las importaciones.
¿Quienes ganan y quienes pierden?
Históricamente Bolivia ha tenido una alta propensión a importar alimentos. Progresivamente el país ganó en autosuficiencia alimentaria, aunque no en la producción de trigo. Ahora bien, la clave de las importaciones actuales de alimentos está en el tipo de cambio apreciado, lo cual genera importaciones baratas, y no sólo en el campo alimentario. Sin importaciones (al menos teóricamente), habría escasez de alimentos, y los precios tenderían a subir, causando presión inflacionaria. Para la política de gobierno es prioritario mantener los precios bajos y en evitar la inflación, por lo que seguirá favoreciendo la importación de alimentos baratos a través de un tipo de cambio fijo, que, además, es funcional con el gasto público expansivo.
La importación creciente de alimentos beneficia a los consumidores, con una mayor variedad de productos a precios más bajos, y se frena la inflación. Favorece también a los comerciantes de alimentos, especialmente importadores. En cambio, perjudica a los productores y a los procesadores, porque desestimula la producción primaria y el procesamiento; la sobrevaluación de la moneda local eleva la importancia de los productos no transables. A mediano y largo plazo, las importaciones tienden a paralizar el portafolio de alimentos; se produce cada vez menos alimentos y en menor variedad. Si la tendencia se profundiza, los efectos serían muy negativos a largo plazo. Se tendría importaría muchos más alimentos, utilizando una gran cantidad de divisas, al tiempo que se acentuaría la vulnerabilidad del país.
Conclusión
Bolivia es exportador neto de alimentos, pero el peso de la torta de soya relativiza esa su condición. Los pactos comerciales firmados por Ecuador y Colombia conllevan para Bolivia el riesgo de perder esos mercados, lo que plantea la urgencia de encontrar mercados alternativos.
El aumento rápido de las importaciones supone efectos negativos sobre los productores primarios y los procesadores. La clave es el tipo de cambio apreciado.
Ajustar el tipo de cambio -devaluar la moneda- implicaría reducir la importancia de los productos agropecuarios no transables, generar un proceso de incremento de precios (que puede ser controlable, o no), además de justar las políticas monetaria y fiscal de forma consistente.
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