Economía, política, desarrollo sostenible

¿Dónde está la plata? los ingresos extraordinarios de la bonanza 2006 – 2013

AUTORES:
Juan Antonio Morales (Coordinador)
Enrique Araníbar
Luis Carlos Jemio
Mauricio Medinaceli
Germán Molina
Mauricio Ríos
Carlos Schlink
FECHA: septiembre de 2014
PÁGINAS: 154

Si hay una pregunta que despierta la más profunda ansiedad económica en los bolivianos es: ¿Dónde está la plata? Sobre todo cuando recordamos nuestro escudo nacional o visitamos Potosí y nos enfrentamos deslumbrados al Cerro Rico. Esa inmensa montaña de la que durante 500 años se ha extraído el mineral de plata y que aun hoy guarda en sus entrañas una cantidad extraordinaria de minerales.

¿Dónde está la plata?, es la pregunta que sacude nuestros mitos más profundos y nuestros más grandes temores. Vemos vestigios de la riqueza mineral en edificios e iglesias de Potosí, Sucre, Oruro y La Paz pero el contraste con la pobreza que campea en sus barrios, carentes de servicios de buena calidad y de oportunidades de trabajo para sus jóvenes, obliga a preguntarse ¿¿qué se hizo de esa riqueza? ¿Dónde está la plata?

Nuestra identidad como nación está marcada por esa suerte de trauma económico que significó la inserción de Potosí en la economía colonial. Nos llenan de orgullo las imágenes de la riqueza que albergaba y alberga ese maravilloso cerro (recordemos nomás el mito del puente de plata que se habría podido construir con España), pero también nos lleva a una profunda depresión el reconocer que no supimos aprovechar esa riqueza y que su extracción no es ajena a la situación económica de carencias que ha caracterizado a Potosí desde entonces.

La primera explicación que tuvimos fue la de la expoliación colonial, y contra ella luchó el país para ganar su independencia en 1825. Poco después, sin embargo, volvió a presentarse un ciclo favorable de precios. Vivimos un nuevo auge de la plata desde 1870 hasta fines del siglo XIX, pero luego del derroche volvimos a quedarnos con la pregunta: ¿dónde está la plata?

Nuestra identidad como nación está marcada por esa suerte de trauma económico que significó la inserción de Potosí en la economía colonial. Nos llenan de orgullo las imágenes de la riqueza que albergaba y alberga ese maravilloso cerro (recordemos nomás el mito del puente de plata que se habría podido construir con España), pero también nos lleva a una profunda depresión el reconocer que no supimos aprovechar esa riqueza y que su extracción no es ajena a la situación económica de carencias que ha caracterizado a Potosí desde entonces.

La primera explicación que tuvimos fue la de la expoliación colonial, y contra ella luchó el país para ganar su independencia en 1825. Poco después, sin embargo, volvió a presentarse un ciclo favorable de precios. Vivimos un nuevo auge de la plata desde 1870 hasta fines del siglo XIX, pero luego del derroche volvimos a quedarnos con la pregunta: ¿dónde está la plata?

La visión empresarial de Patiño hizo que la olvidáramos en la primera mitad del siglo XX, cuando volcó la mirada hacia un mineral que acompañaba un nuevo ciclo de industrialización en el mundo: el estaño. Sin embargo, se repitió la historia. Brotaba riqueza mineral de la montaña de Llallagua pero su impacto alrededor era limitado. Se creyó que el problema era que estaba en manos privadas y se ensayó la estatización. La nacionalización de las minas fue propagandizada como la “independencia económica” del país, lo que implicó recordar el mito fundacional pero, al mismo tiempo, olvidar las frustraciones posteriores.

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