El experto agrega que esa ausencia “puede conllevar el peligro de que salgamos de esta elección sin un mandato claro de la ciudadanía respecto de cuál debe ser la dirección de la economía en los próximos años”.
Henry Oporto, sociólogo director de Fundación Milenio, expresa que le preocupa que la campaña electoral, de cara a los comicios del 20 de octubre, transcurra sin debate sobre la economía.
El experto agrega que esa ausencia “puede conllevar el peligro de que salgamos de esta elección sin un mandato claro de la ciudadanía respecto de cuál debe ser la dirección de la economía en los próximos años”.
¿Cuál era el escenario económico en las elecciones de 2014 y cuál es el escenario de cara a los comicios de octubre?
En 2014, la economía estaba bastante fuerte. Todavía vivíamos los beneficios del súper ciclo de las materias primas, y ese ambiente generó una sensación colectiva de cierta seguridad económica, incluso de optimismo respecto de la situación presente y futura. Tal vez por eso mismo, el electorado se inclinó por la continuidad del Gobierno.
El escenario económico de las elecciones 2019 es bastante diferente. Se percibe una sensación de mayor incertidumbre sobre el rumbo de la economía. Las empresas perciben que hay un retroceso en la actividad económica, pero también los trabajadores asalariados, profesionales, pequeños productores, emprendedores sienten que hay un decaimiento de la economía, de los negocios. Hay menos ingresos en el hogar, hay más dificultades para encontrar oportunidades de empleo. Y todo eso se traduce en una sensación de mayor inseguridad económica.
¿Cómo condiciona el resultado de las urnas la gobernabilidad económica y política?
Me preocupa sobre todo que esta campaña electoral esté transcurriendo, por lo menos hasta ahora, sin debate sobre la economía. Esta ausencia de debate puede conllevar el peligro de que salgamos de esta elección sin un mandato claro de la ciudadanía respecto de cuál debe ser la dirección de la economía en los próximos años; y que el próximo gobierno no tenga ese mandato claro, y no tenga el respaldo social suficiente como para implementar una política económica coherente y suficientemente legítima.
Este vacío de discusión económica puede significar que o bien se van a improvisar medidas económicas sin necesariamente estar enmarcadas en un plan económico coherente, definido y con el respaldo social necesario, o de lo contrario también puede darse el caso de que los gobernantes asuman que tienen una suerte de carta blanca para implementar las políticas económicas que ellos consideran adecuadas.
Ahora bien, independientemente de estos escenarios, cualquiera fuera el presidente elegido el 20 de octubre, difícilmente va a poder escapar de la necesidad de sincerar los problemas que nuestra economía está arrastrando y que va a tener que tomar eventualmente medidas drásticas, que pueden sin duda afectar la estabilidad y la gobernabilidad en el país.
¿El próximo gobierno está obligado a hacer ajustes?
Resulta hasta cierto punto insólito que Bolivia sea el único país en la región, por lo menos en Sudamérica, que no haya tomado medidas de ajuste, importantes, cuando todos los otros países lo están haciendo en mayor o menor grado, y es que eso probablemente tiene que ver por el lado del Gobierno. Naturalmente éste prioriza las elecciones, está buscando ganar y hace lo posible para mostrar una visión exitista de la economía y ocultar los verdaderos problemas, a tal punto que tengo la impresión de que el Gobierno termina creyéndose sus propias mentiras.
Por el lado de los candidatos de la oposición advierto que ellos sí tienen conciencia de los problemas que arrastra la economía y en sus programas proponen diversas medidas de ajuste, de reformas, de cambios más o menos importantes, pero lo extraño es que los candidatos de la oposición, por alguna razón, todavía muestran una actitud timorata, insegura, para hablar frontalmente de la economía, y para plantear abiertamente un debate de fondo.
¿Por qué la economía debería importar a los electores?
El panorama de la economía es preocupante. En 2014 acabó la bonanza y desde entonces la economía está en un descenso continuo. Es verdad que las cifras oficiales muestran una tasa de crecimiento en torno del 4%, aunque, claro, hay que estar prevenidos de cuán fiables son las cifras oficiales.
Con todo, si uno quiere examinar el estado de salud de la economía, más importante que la tasa del crecimiento es prestar atención a los altos déficits que se están dando, principalmente el déficit fiscal y el déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos.
¿Cómo se están financiando estos déficits? Con pérdida de reservas internacionales y con mayor endeudamiento. La proyección que hace el informe de Milenio para los siguientes años muestra la persistencia de esta caída, de esta pérdida de reservas internacionales que pueden llevarnos a una situación crítica, de tal manera que se presente eventualmente una escasez de divisas y hay que recordar que la escasez de divisas históricamente ha sido un factor que en Bolivia ha desencadenado situaciones de crisis financiera.
Este panorama, que nos muestra desequilibrios macroeconómicos muy importantes, desde luego, tiene que afectar al bolsillo de la gente, al empleo, a las oportunidades de negocios y a la actividad de las empresas.
¿Por qué con ese sombrío panorama, Evo repostula?
Pero eso es no conocer la idiosincrasia de nuestros actuales gobernantes. Yo creo que ellos no están dispuestos a dejar el poder bajo ninguna circunstancia y aún con el peor escenario económico.
¿Qué opciones de política económica están en juego entre los tres principales candidatos?
En términos generales lo que está en juego en esta elección en materia económica es el rumbo que debe tomar la economía nacional en los próximos años, y las opciones me parece que son bastante claras.
Por un lado tenemos la opción de continuismo. Es decir persistir en un modelo económico que muestra síntomas evidentes de agotamiento. Esto es más populismo económico, más estatismo ineficiente y prebendal, más despilfarro, más corrupción. Incluso más extractivismo salvaje y depredador, con las consecuencias que por ejemplo estamos viendo estos días con el incendio en la Chiquitania.
La otra opción es introducir cambios en la política económica y en el modelo de crecimiento. Creo que los otros dos candidatos importantes, Carlos Mesa y Óscar Ortiz, están por esta segunda opción, con matices, pero están por esta segunda opción. Es decir, advierten que el modelo económico está agotado y que hay necesidad de cambios importantes que pongan a la economía boliviana en una mejor situación y sobre todo se prevenga el estallido de una crisis.
En cualquier caso, el desafío para ambos, para Mesa y Ortiz, es presentar una alternativa económica de cambio sin duda, pero que no ponga en riesgo la estabilidad, porque la estabilidad es un valor que los bolivianos aprecian. Probablemente, hoy por hoy, es un elemento de fortaleza del Gobierno.
El Gobierno vendió la idea de que es gracias a las políticas gubernamentales que el país ha logrado un ambiente de estabilidad económica y política y sin duda mucha gente le reconoce aquello. Por lo tanto, para la oposición está planteado justamente el desafío de convencer a los electores que cambio y estabilidad pueden ser perfectamente compatibles.
30 de agosto de 2019
Fuente: Página Siete