La situación económica de Tarija en los últimos años mostró un desempeño negativo, que se refleja en el deterioro de sus principales indicadores. Según el último dato disponible del Producto Interno Bruto (PIB) para el departamento de Tarija, su tasa de variación fue de -3.7 por ciento en 2017 respecto a 2016, una contracción por tercer año consecutivo.
De las principales actividades económicas ha sido el sector de transporte, almacenamiento y comunicaciones el de mayor dinamismo con un 5.5 por ciento de crecimiento; le siguen en importancia los establecimientos financieros con 5.1 por ciento y los servicios comunales con 4.8 por ciento (ver gráfico 1). Si bien nueve de las once actividades observadas registraron un aumento en su valor, no alcanzaron para compensar la caída de la construcción de -1.7 por ciento y, principalmente, de la actividad hidrocarburífera (petróleo crudo y gas natural) de -11.4 por ciento. Esta última, al igual que el PIB total tarijeño, se contrajo por tercer año consecutivo, aunque a tasas crecientes: en 2015 -1.6 por ciento, en 2016 -8.7 por ciento y en 2017 -11.4 por ciento; lo más probable es que la gestión 2018 haya cerrado igualmente con una cifra negativa.
Una economía “gasificada”
La relevancia de los hidrocarburos en general y de gas natural en particular, durante la última década, se hace evidente si se observa el comportamiento del PIB departamental sin esta actividad, ya que las tasas se moderan. No obstante, no solo los hidrocarburos tienen una gran incidencia en la economía de Tarija sino también los impuestos contabilizados en el PIB departamental. En efecto, si se contabilizan todas las actividades económicas con excepción de los hidrocarburos (además de los impuestos), el panorama global cambia significativamente, como se observa en el gráfico 2. Así calculado, en 2006 se habría crecido en 3.0 por ciento, la tasa más alta entre 2006 y 2017, con un descenso los siguientes años, pero manteniéndose entre el 0.4 y 1.5 por ciento desde 2010.
De esta forma, el promedio de la variación del producto tarijeño (sin hidrocarburos y sin impuestos), entre 2006 y 2017, sería 1.5 por ciento. Este dato es sumamente preocupante porque enseñaría que el periodo de bonanza por el que pasó el país y el departamento de Tarija en particular, gracias a las extraordinarias cotizaciones de las materias primas, no se transmitió al resto de su economía, permaneciendo ésta débil y rezagada.
Desde aproximadamente la gestión 2005, la participación de los hidrocarburos en el total de su economía superó el 40 por ciento, siendo el nivel más alto 42.8 por ciento alcanzado en 2014. Si bien debido a la caída en la producción de gas, la participación del sector hidrocarburífero se moderó en 2017, de todos modos, representó el 38.6 por ciento, un nivel igualmente significativo (ver gráfico 3). Esto quiere decir que de cada Bs 10 producidos en Tarija aproximadamente 4 proceden del gas. Pero esto no siempre fue así. En una perspectiva más larga vemos que, por ejemplo, a fines de los ochenta el petróleo crudo y gas natural representaba el 11.6 por ciento del total. El salto enorme se produce a inicios del siglo XXI, cuando se inicia el contrato de exportación de gas natural a Brasil.
Otro cambio importante fue la categoría de derechos sobre importaciones e impuestos que, si bien no es una actividad económica, resulta de suma importancia en el aporte del PIB de Tarija. De la misma forma que los hidrocarburos, la participación de los impuestos pasó de 9.5 por ciento en 1988 a 17.4 por ciento en 2005 y 20.3 por ciento en 2017, es decir, una quinta parte del total. Ambas categorías son aproximadamente el 60 por ciento de la economía departamental. En sentido contrario manifiesta el comportamiento de la industria manufacturera y de la agricultura, silvicultura, caza y pesca, sectores que redujeron significativamente su participación (debe decirse que, a fines de los años 80, ambas actividades fueron más importantes que los hidrocarburos.
Regalías y transferencias
Definitivamente, Tarija fue uno de los departamentos más beneficiados con el último periodo de bonanza, lo que se advirtió sobre todo en el notable aumento de las regalías y transferencias recibidas, tendencia que hizo importante desde el año 2011, hasta llegar a su nivel máximo en 2014 con Bs 5,499 millones; de los cuales Bs 3,983 millones correspondieron a la Gobernación, Bs 1,264 millones a los municipios y a las universidades Bs 252 millones (ver gráfico 4). Sin embargo, desde entonces cayeron de manera continua hasta registrar los Bs 2,168 millones en 2017, una reducción de 9.4 por ciento respecto a 2016 y de 60.6 por ciento en relación a 2014.
La más afectada fue la Gobernación de Tarija que recibió un 23.9 por ciento menos en 2017, e incluso 71.2 por ciento menos si se considera el nivel más alto de 2014; vale decir que perdió más de dos terceras partes de sus ingresos en apenas tres años. Los recursos de las universidades fueron las menos afectadas; incluso se incrementaron en 0.5 por ciento en 2017.
Más específicamente, las regalías hidrocarburíferas tuvieron un marcado descenso pasando de US$ 529 millones en 2014 a US$ 172 millones en 2017, con una tasa negativa de 67.4 por ciento. La pérdida de una proporción tan elevada de las regalías deja en una situación complicada a Tarija que, comparativamente, retrocedió a los niveles de una década atrás (ver gráfico 5). Es probable que en 2018 se diera una subida moderada de las regalías, debido a una mejora en los precios de venta de gas natural.
Los precios apuntalan las exportaciones
El comercio exterior le fue favorable al departamento en la última gestión, con una recuperación de las exportaciones que pasaron de US$ 1,604 millones en 2017 a US$ 1,840 millones en 2018; una subida de 14.7 por ciento (ver gráfico 6). El principal destino de exportación fue Brasil con US$ 1,104 millones, seguido de Argentina con US$ 701 millones, en ambos casos por las ventas de gas natural, y con incremento superior al 14 por ciento. La economía local logró mejorar por segundo año el valor exportado en sus dos principales destinos, aunque todavía muy por debajo de los valores máximos previos.
Hay que precisar que esta recuperación del valor de las exportaciones tarijeñas se debe exclusivamente a los mayores precios del gas natural y no a un aumento de los volúmenes exportados, que, por el contrario, continúan deprimidos. En efecto, el incremento del precio promedio al mercado argentino fue de 37.5 por ciento y 28.9 por ciento en 2017 y 2018 respectivamente, mientras para el mercado brasilero de 24.8 por ciento y 31.2 por ciento para los mismos años. En contraste, los volúmenes de gas natural bajaron los últimos tres años.
Desagregando los valores exportados de gas natural entre 2016 y 2018, se observa un comportamiento interesante. Entre los meses de marzo y octubre de 2018 los datos fueron superiores, en todos los casos, a 2016 y 2017 con un promedio de US$ 165.1 millones por lo que podría inferirse que el incremento de precios fue importante durante esos meses (ver gráfico 7). Entretanto, tanto en noviembre como en diciembre el valor cayó a US$ 114 millones y US$ 95 millones respectivamente, pese a que los precios de exportación fueron mayores, en este último caso incluso dicho valor estuvo por debajo de lo registrado en diciembre de 2017 y 2016. Lo cual significa que incluso los mayores precios no lograron compensar los menores volúmenes exportados el último bimestre. De seguir esta tendencia en 2019, Tarija verá reducida nuevamente tanto sus valores exportados como los recursos recibidos por este concepto.
Los problemas en la exportación de gas natural son tanto de demanda como de oferta. Brasil y Argentina, nuestros principales compradores, han reducido su demanda del gas boliviano. Al mismo tiempo, la caída de la producción y de reservas de gas en Bolivia, con los principales campos en declinación, limitan severamente la capacidad de incrementar los volúmenes de exportación. Estas son malas noticias para el pueblo de Tarija.
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