Crecimiento errático
La economía orureña creció durante las últimas décadas a un ritmo importante, aunque algo errático, en función del comportamiento de la actividad minera, y sin mostrar cambios en la composición de su estructura productiva y económica.
En comparación al promedio nacional en los últimos años, el ingreso per cápita de Oruro nuevamente logró distanciarse hasta llegar a los US$ 3,760 en 2017 superior en 18.3 por ciento a los US$ 3.178 de 2016 (ver gráfico 1). Durante los años 2013, 2014 y 2015 la diferencia con Bolivia fue muy pequeña, lo que demuestra el impulso que ganó durante los últimos dos años.
El crecimiento del departamento permitió mejorar significativamente su ingreso per cápita pasando del cuarto lugar en 2005, por debajo de Tarija, Santa Cruz y Pando, al segundo lugar en 2017 (ver gráfico 2). En términos porcentuales esto significa un incremento de 259.1 por ciento en dicho periodo, equivalente a US$ 2,713.
Producto departamental
La evolución de la economía orureña depende en gran medida de la minería, por lo que existen años en los que el crecimiento no sería tan alto o la contracción no sería tan marcada si no fuera por dicha actividad. Ese es el caso de los años 2008 y 2012, en los que el PIB del departamento varió en 18.5 por ciento y -1.9 por ciento respectivamente. Después de la desaceleración observada entre 2013 y 2015, los años 2016 y 2017 fueron de recuperación llegando a un crecimiento de 1.3 por ciento y 6.5 por ciento respectivamente (ver gráfico 3). Como era de esperarse, esta recuperación se debió a la mejora de la actividad minera.
La economía minera en metálicos y no metálicos en 2017, respecto de 2016, creció en 16.9 por ciento (ver gráfico 4), un incremento significativo si se toma en cuenta que las tres gestiones previas se contrajeron de manera consecutiva; esto da a entender que los volúmenes producidos fueron positivos.
La segunda y tercera actividad con mayor crecimiento fueron el comercio y los servicios de la administración pública con 9.3 por ciento y 4.6 por ciento respectivamente.
Algo que llama la atención es la incidencia de los servicios de la administración pública durante los últimos años, que, detrás de la minería, es uno de los sectores que más aportaron al crecimiento positivo del producto orureño. Como se observa en el gráfico 5, la participación del sector público respecto al producto total tendió a subir hasta llegar a su nivel máximo en 2016 con un 14.0 por ciento, si bien en 2017 fue menor se mantuvo en niveles altos. Un aumento de la administración pública en sí representa una mayor burocracia, por lo que se entendería que en Oruro crece incesantemente el número de empleados públicos.
Exportaciones
El valor de exportación más alto de Oruro se registró en 2011 con US$ 608 millones, después de lo cual hubo un descenso, pero con una recuperación inmediata hasta 2014 cuando se llegó a los US$ 593 millones. Los años 2015 y 2016 registraron una contracción significativa de 19.0 por ciento y 35.1 por ciento respectivamente, hasta alcanzar los US$ 312 millones; es decir una caída de casi 50 por ciento (ver gráfico 6). Pero las últimas dos gestiones, nuevamente debido a la minería, los valores exportados subieron, aunque aún se sitúan por debajo de sus niveles máximos con US$ 395 millones en 2018 es decir un 13.4 por ciento más que en 2017. Asimismo, productos no tradicionales subieron, pero en montos más modestos.
Sin embargo, no todos los minerales lograron incrementar su valor exportado. Los principales productos de exportación fueron el estaño, zinc, quinua, plata y plomo que en conjunto representan alrededor del 95 por ciento exportado por Oruro (ver gráfico 7). El estaño representa la mayor parte de las exportaciones, reflejados en los incrementos más importantes de su valor. Los valores exportados de zinc y la quinua mejoraron, en cambio los de la plata y plomo cayeron en la gestión 2018.
Estos incrementos en valor se debieron tanto a los mayores volúmenes vendidos como a la subida de precios de los minerales. Si bien el valor de los minerales se incrementó en aproximadamente 16 por ciento, el volumen lo hizo en 4 por ciento, es decir que el efecto precio fue superior al efecto volumen.
Cartera bancaria
Tomando en cuenta los datos de los bancos múltiples se observa que en 2018 la cartera creció en 11.8 por ciento respecto a 2017, lo cual es una buena noticia. No obstante, llama la atención que esta tasa sea casi la mitad de la registrada en la gestión anterior (22.1 por ciento).
Analizando con más detalle, la agricultura y ganadería fue la actividad económica con el mayor incremento en la cartera del departamento con 48.2 por ciento (ver gráfico 8). Le sigue en importancia la industria manufacturera y los servicios inmobiliarios, pero en ambos casos sus tasas de crecimiento fueron menores en comparación a 2017.
Los cambios más drásticos de la cartera bancaria se dieron en el sector de trasporte, almacenamiento y comunicación, que pasó de un crecimiento de 36.6 por ciento a 11.1 por ciento; entretanto, el comercio igualmente pasó de 10.3 por ciento al 1.0 por ciento, mientras que los servicios sociales además de la producción y distribución de energía eléctrica, gas y agua se mantuvieron sin cambios.
Estos datos reflejan una desaceleración de la cartera crediticia del departamento, además de un mayor control sobre las tasas activas. Tal vez sea tiempo de que se empiecen a revisar estas restricciones, que parecen estar afectando y distorsionando la cartera en el sistema financiero.
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