En el caso de los contagios identifican tres factores. En fallecidos, la falta de control altera las cifras.
Las cifras de contagios y muertes por coronavirus pueden estar subestimadas en el país y las mismas podrían ser diez veces más a las que se presentaron en los informes del Ministerio de Salud, la conclusión se desprende del estudio que elaboró la fundación Milenio, denominada, “evaluación estadística del Covid-19 en Bolivia”.
“Al igual que en otros países, en Bolivia las cifras oficiales de contagios y muertes por el nuevo coronavirus están probablemente subestimadas. En el caso de los contagios, la existencia de asintomáticos y enfermos leves, la falta de test y el margen de error de algunos test que arrojan falsos negativos serían las causas principales para que los números oficiales estén por debajo de lo real”, señala el documento que fue elaborado por el ex ministro Javier Cuevas Argote.
Hasta ayer, el número de casos positivos en el país eran 134.641 en todo el país; mientras que el número de fallecidos llegaba a 7.931 personas que perdieron la vida en todo el territorio. La evaluación del estudio se realizó entre el 10 de marzo al 15 de septiembre.
El experto también concluye que muchos contagiados con coronavirus decidieron tratarse en sus domicilios bajo la asistencia de un médico y no acudir a un centro de salud por la precariedad de los mismos y porque estaban saturados. “Este grupo de gente no figura en las estadísticas oficiales”, señala el experto en estadística y aclara que el mismo no ingresa en temas epidemiológicos.
Tomando esas consideraciones, Cuevas señala que, en Bolivia, “la cifra de contagios podría ser diez veces mayor. Esta estimación se hizo adoptando el supuesto de que la tasa de letalidad (decesos/contagios) es 0,6 por ciento, tomándose para ello como referencia lo señalado por funcionarios de la Organización Mundial de la Salud (OMS)”.
Sobre los fallecidos, afirma que tampoco se puede determinar el número oficial porque no existieron las pruebas suficientes para los cadáveres que llegaban a los cementerios del país. Efectivamente, en muchas ciudades la mejor forma de acceder a un cementerio era negar que el fallecido era por coronavirus o simplemente la familia no sabía y registraban a los fallecidos como “muerte natural”.
En otros casos, los fallecidos en las ciudades eran llevados a cementerios clandestinos o los cuerpos eran trasladados a sus regiones de origen por las familias, donde eran enterrados en sus propiedades o los cementerios que no tienen un registro legal del número de muertos.
30 de septiembre de 2020
Fuente: El Deber