Economía, política, desarrollo sostenible

EL DEBER: Henry Oporto, director de la Fundación Milenio: “La pandemia afectó negativamente las condiciones de vida del boliviano”

Un estudio de la Fundación Milenio revela que el covid influyó en la precarización del empleo y en la reducción de los ingresos de la familia. La economía se estancó

-La Fundación Milenio realizó un estudio social en Bolivia dos años después de la pandemia, ¿cuáles son los resultados?

La conclusión general es que la pandemia ha afectado las condiciones de vida de la población y hay evidencias de que los indicadores sociales están deteriorados (pobreza, desigualdad, desempleo y salud). Hemos llegado a la constatación de que hay una pérdida de capital humano que viene a ser un efecto de más largo plazo.

-¿A qué se refiere con la pérdida de capital humano?

La pérdida de capital humano no es solo la muerte de personas a consecuencia de la crisis sanitaria, también influye la precarización del empleo, es decir, el impacto de la crisis económica y social que se ha desatado con la pandemia. Además, se ha prolongado en el tiempo porque la economía boliviana está muy deteriorada, frenada, está creciendo a tasas muy bajas. Eso provoca la reducción de la capacidad de las empresas para crear nuevas fuentes de empleos, sobre todo los formales y de calidad. A eso llamamos precarización del empleo o un deterioro laboral porque esto supone pérdida de ingreso para la gente. El empleo informal en el país está en el 80%. Eso significa trabajadores que no cuentan con seguro de salud, no perciben jubilación y, por supuesto, con peor remuneración.

-¿A cuánto alcanza la reducción de ingresos del trabajador?

Estimamos que hasta el año 2022 los trabajadores experimentaron una caída de sus ingresos por el orden del 12% con relación al año antes de la pandemia. En el caso de las mujeres la caída es mayor, es de un 16%. También aumentó la brecha salarial de las mujeres con relación a los hombres. Además, para la familia boliviana enfrentar la pandemia ha significado una erogación de gastos que no estaba contemplado en sus presupuestos. Hemos calculado que se destinaron unos $us 640 millones en el año 2020 por causa del covid-19. Eso incluye gastos médicos, hospitalarios y medicamentos. La gente no tenía esa suma ahorrada para cubrir esos gastos.

-¿Cuántos empleos se perdieron durante la pandemia?

Hubo una pérdida de empleos estimadas en 600.000, pero se ha ido recuperando con todas las dificultades. Según el dato oficial del INE, después del año de la pandemia, donde la tasa del desempleo creció el -0,8% el INE nos dice que este año la tasa de desempleo se redujo al 4,5%, es decir una tasa similar a la que teníamos antes de la pandemia. Si uno mira las tasas de desempleo en otros países ese dato no está mal, diríamos que Bolivia tiene una tasa baja de desempleo, pero en nuestro caso el dato es engañoso porque gran parte de la masa laboral está en la economía informal.

-¿Qué posibilidad existe de recuperación?

La realidad económica del país y social de la familia boliviana contrasta con el relato oficialista del Gobierno que es muy exitista y que pretende mostrar una estabilidad económica y un progreso social que las evidencias las contradicen. Actualmente tenemos una economía frenada que, según las proyecciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), tendrá un crecimiento este año del 1,8%. El año pasado crecimos a un ritmo del 3,5%. Esto significa que la caída ha sido brusca y para el próximo año se prevé un crecimiento de 1,9%. Todo indica que estamos en un ciclo económico de estancamiento y esto tiene consecuencias sociales muy grande. Hasta los tres años previos a la pandemia la economía boliviana creaba alrededor de 120.000 nuevos empleos al mes; sin embargo, el año pasado la capacidad de creación de empleos se redujo a 60.000. En marzo fueron creados 48.000 nuevos empleos, menos de la mitad.

-¿Qué efectos tuvo la pandemia en la educación?

Se produjo uno de los efectos negativos directos. En Bolivia tenemos un problema estructural de larga data que se conoce como la crisis de aprendizaje. ¿Qué significa esto? Los niños y jóvenes que ingresan a las escuelas no tienen las condiciones mínimas necesarias para su formación, principalmente en las áreas de lenguaje y de matemáticas. Este rezago educativo se ha agudizado a raíz de la pandemia. Dos terceras partes de los estudiantes, durante la etapa más crítica de la pandemia, no pudieron continuar con sus estudios por falta de los medios digitales necesarios para estudiar. En los dos años escolares posteriores (2021 y 2022) el Ministerio de Educación implementó un programa para recuperar el aprendizaje perdido, pero nuestra evaluación señala que la recuperación marcha muy lentamente.

4 de septiembre de 2023
Fuente: El Deber

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