He estado reflexionando sobre los resultados de las pruebas de admisión a la Universidad San Francisco Xavier, que ha publicado recientemente la Fundación Milenio, reseñando un acucioso estudio de Franz Flores Castro, docente investigador de esa Universidad. El estudio confirma la mayor probabilidad para ingresar a la universidad que tienen los estudiantes de colegios privados y la gran desventaja del área rural frente a la urbana. Pero llama la atención sobre algo novedoso: una disminución general (público y privado) de la proporción de estudiantes que aprueban ese examen, comparando datos de los años 2005 y 2018. La reseña reitera el señalamiento crítico sobre la calidad del sistema educativo en su conjunto y la aparente ceguera de las decisiones de política educativa que parecieran no atinar a dar una respuesta para cambiar la situación.
Esas consideraciones del Informe Nacional de Coyuntura al que me refiero, han coincidido con la información a la que acabo de tener acceso sobre la aplicación en varios países de un “enfoque de comportamiento“ en la política pública. Combina ideas de las ciencias sociales y del comportamiento, incluyendo la ciencia cognitiva, la neurociencia y el comportamiento organizacional y grupal, con el objetivo de hacer que las políticas públicas funcionen mejor. Escuché mencionarlo al especialista argentino en neurociencias Facundo Manes -¡gracias internet!- en una conversación con estudiantes españoles. Un informe de la OCDE (2017), accesible en línea, reporta lecciones aprendidas en 100 casos, incluyendo aplicaciones en educación.
Se me ocurre conectar el problema de la poca calidad de la formación de nuestros bachilleres con esta herramienta basada en la evaluación de cómo reacciona el comportamiento social frente a la adopción de determinadas medidas de política. Es una manera diferente de reiterar el tema que ha ocupado repetidas veces espacio en esta columna: la necesidad de fundamentar decisiones de política en evidencia. La necesidad de evaluar cómo se comporta la población ante determinadas medidas de política.
Me atrevo a proponer una vía para ir mejorando -calidad y equidad- las oportunidades de los bachilleres para acceder a estudios universitarios. Investigación de por medio, claro. El examen de admisión, en realidad, revela qué aprendizajes desearía ver la Universidad alcanzados por los bachilleres. Si alguien sabe, entonces, qué quiere de los bachilleres es la Universidad, imagino. Por eso, la prueba. ¿Por qué, por ejemplo, no aumentar la regulación y el control de la Universidad sobre el último año de bachillerato? Al menos para los estudiantes que optarían por la línea humanística del Bachillerato Técnico-Humanístico de nuestro sistema educativo. Sería una línea de innovación en la gestión del sistema educativo que podría ser desarrollada con el “enfoque de comportamiento”, que vaya valorando cómo reacciona la población afectada por una medida como esa. Si se le añade, además, para mi gusto, reducir las asignaturas a seis: matemáticas, física, química, biología, computación e inglés, se concentraría las capacidades de los estudiantes en coronar su desarrollo cerebral con mayor intensidad en los aprendizajes que sirven para absolutamente todas las profesiones. No estaría mal probarlo. Cada universidad podría ejercer ese tipo de rectoría pedagógica en los colegios de su área de influencia, territorialmente hablando.
La que propongo, ciertamente, sería una medida de gestión pedagógica o académica, no de gestión administrativa que permanecería bajo dependencia ministerial. La Universidad tiene limitaciones, ciertamente, pero necesita estudiantes con aprendizajes, destrezas y competencias más sólidas. Así aseguraría mejor el rendimiento de sus futuros estudiantes. Claro, esto supondrá cambiar la forma como se han venido haciendo las cosas hasta ahora. Pero de eso se trata ¿no? Desear mejores resultados, haciendo más de lo mismo, no parece una fórmula acertada.
JORGE RIVERA PIZARRO
El autor es doctor en Ciencias de la Educación
jorge.riverap@tigomail.cr
20 de marzo de 2019
Fuente: Los Tiempos