Estudios sobre la disminución de la pobreza y la desigualdad en Bolivia, indican que el factor más importante en los años de bonanza económica ha sido la expansión del trabajo y de las remuneraciones en las actividades que exigen menos calificación y principalmente en los sectores no transables y al margen de la regulación laboral. Los incrementos en los ingresos no laborales (transferencias, bonos y remesas) jugaron un rol de menor importancia para la población en general, aunque estos últimos tuvieron un impacto más significativo para grupos poblacionales como, por ejemplo, la renta dignidad para la población con más de 60 años1.
Con la caída de los ingresos por las exportaciones y el déficit fiscal creciente, que se registra en los últimos 4 años, resulta muy difícil que esa dinámica laboral pueda mantenerse, lo que conlleva el riesgo de un achicamiento de las ocupaciones no transables muy ligadas al período de bonanza. Habida cuenta su importante rol en la disminución de la pobreza y la desigualdad por ingreso, se prevé la reversión de estos indicadores si no cambia la tendencia contractiva de las exportaciones de materias primas. El actual ciclo de desaceleración económica puede afectar negativamente la capacidad de financiamiento de las políticas sociales, tanto para sostener los logros alcanzados, como para superar las desigualdades territoriales, de género y étnicas, especialmente en educación, salud, ocupación laboral y otros servicios básicos.
Pobreza y desigualdad
En 2015, la diferencia urbano/rural de la incidencia de pobreza moderada y extrema permaneció significativa. En el área rural el 55% estaba en situación de pobreza moderada y el 33,3% de pobreza extrema. En el área urbana, el 31% en pobreza moderada y el 9,3% en pobreza extrema. De igual manera la diferencia de la desigualdad monetaria medida por el coeficiente de Gini también fue significativa por área geográfica: 0,42% en el área urbana y 0,52% en el área rural en 2015.
La incidencia de pobreza por condición étnica también muestra desigualdades persistentes. El 49,9% de la población indígena estaba en situación de pobreza moderada y el 26,8% en pobreza extrema. En contraposición el 31,9% de la población no indígena era pobre moderada y 11% pobre extrema. Ser indígena y vivir en el área rural incrementa la probabilidad de estar en situación de pobreza: 62,3% en pobreza moderada y 39,2% en pobreza extrema.
Con relación a las necesidades básicas insatisfechas (NBI), la desigualdad urbana/rural es igualmente significativa. Según el último censo de 2012, el 79,8% de la población rural tenía necesidades básicas insatisfechas en contraposición al 28,2% de la población urbana. También se observa desigualdades importantes de NBI por departamentos. Los departamentos con los índices más altos de necesidades básicas insatisfechas son Potosí (59,7), Pando (58,8%), Beni (56,4) y Chuquisaca (54,5). Los departamentos con los índices de NBI más bajos son Santa Cruz (35,5) y Tarija (34,6). Estos últimos son los únicos en los que el NBI rural es más bajo que el promedio nacional (UDAPE, 2016).
Acceso y calidad educativa
Según el Censo 2012, la tasa de analfabetismo de la población de 15 años y más fue de 10,3% en el área rural y de 2,7% en el área urbana. La mayor tasa de analfabetismo está en la población femenina en área rural (16%) y la menor en la población masculina en área urbana (1%). Persisten asimismo desigualdades por área geográfica y sexo.
Con relación a los años promedio de estudio de la población de 15 años o más, las diferencias por área geográfica son significativas: 5,1 años en el área rural y 10,7 años en el área urbana en 2014. La diferencia por sexo no es tan significativa: 9,6 años en la población masculina y 8,6 años en la población femenina. La diferencia de años de escolaridad por etnicidad es pronunciada: 6,7 años en la población indígena y 11 años en la población no indígena en el mismo año.
El acceso escolar se refiere a los alumnos que se inscriben y que asisten a la escuela, independientemente del curso y nivel en el que se encuentren. Según el Censo 2012, la tasa de asistencia alcanzó a 87,1% de la población de 4 a 17 años (87,3% varón y 86,9% mujer). Esto quiere decir que aproximadamente 9 de cada 10 niños y adolescentes entre 4 y 17 años estaban inscritos y asistían a alguna unidad educativa, pública o privada.
La tasa de asistencia escolar desagregada por grupos etarios indica el acceso por niveles educativos. La tasa más alta corresponde al grupo en edad de asistir a la educación primaria (6 a 11 años) de 96,5%. La tasa de asistencia de la educación secundaria (12 a 17 años) fue de 88,7%. La tasa más baja corresponde a la educación inicial (4 y 5 años) con 52,7% en 2012. Esto muestra que los desafíos principales en acceso escolar están en educación inicial y en la continuidad de los estudios en secundaria.
Indicadores de salud
El Sistema de salud en Bolivia está constituido por los subsistemas público, privado (con y sin fines de lucro), seguro social de corto plazo y medicina tradicional. Es un sistema segmentado y fragmentado debido a que las fuentes de financiamiento y el destino de las prestaciones dependen de la capacidad de pago de la población; por lo tanto, no es un sistema de salud público y universal. En 2013, el 40,4% de la población total estaba cubierta por el seguro social de corto plazo (UDAPE, 2016).
En 2011 la mortalidad materna en Bolivia era de 160 por cada 100,000 nacidos vivos. Esta cifra global puede ser aún mayor para algunas poblaciones vulnerables. De acuerdo al Estudio Nacional de Mortalidad Materna, de 2011, el 68% de las muertes en dicho año ocurrían entre las mujeres indígenas. Este estudio también advirtió sobre la mortalidad entre las mujeres de 14 a 19 años. También se observa desigualdades importantes en el territorio nacional. La tasa de mortalidad materna más alta se registró en La Paz (289), seguida de Potosí (255), Cochabamba (188). Las más bajas se registraron en Santa Cruz (60), seguida de Tarija (63) y Pando (68). (UDAPE, 2016).
Según los datos de la Encuesta Post censal de mortalidad materna en 2015, se estimó que del total de muertes maternas registradas, la principal causa fue hemorragia (37%), seguido de causas externas (23%), hipertensión (12%), y aborto (8%) y el restante (20%) otras causas como infecciones, cáncer y parto prolongado.
Ingresos laborales
Pese a la tendencia decreciente del peso relativo del ingreso laboral en relación al ingreso no laboral, en 2013 la composición de los ingresos per cápita de los hogares era de 79.1% de ingreso laboral y 20.4% de ingresos no laboral4.
De otro lado, se observa el incremento de la remuneración real inversamente proporcional al nivel de calificación de los trabajadores, invirtiendo la tendencia antes de 2005. Es así que el ingreso medio por hora de los trabajadores no calificados (ningún nivel educativo o primaria incompleta) aumentó de 4,2 bolivianos en 2005 a 7,6 bolivianos en 2015, mientras que el ingreso medio por hora de los trabajadores calificados (nivel universitario o técnico superior) descendió de 17,8 bolivianos en 2005 a 15,7 bolivianos en 2015. La disminución de la retribución de la educación ocurrió principalmente para los varones en este periodo.
Las brechas de ingreso entre hombre y mujeres disminuyeron tanto por nivel de calificación, relación laboral y rama de actividad. Sin embargo las diferencias de remuneración de las mujeres en relación a los varones todavía persisten. En 2015 las trabajadoras no calificadas recibieron en promedio 79 bolivianos de cada 100 bolivianos que recibieron los trabajadores no calificados. Entre los semi-calificados (con primaria o secundaria completa) la brecha de género era de 76 y entre los calificados de 84 (con nivel universitario completo).
En síntesis, las mejoras en los indicadores sociales en Bolivia han sido muy dependientes de un contexto excepcional de bonanza económica. No obstante, estas mejoras a nivel nacional esconden desigualdades persistentes entre urbano rural, entre los departamentos, por condición étnica y de género.
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1 IISEC-UCB-Fundación Jubileo, Deuda Social en Bolivia, 2017
2 Fernanda Wanderley: “Los avances sociales y laborales en el período del boom económico y los desafíos con el fin de la bonanza”, documento borrador, marzo de 2018
3 Fernanda Wanderley, Op. Cit.
4 Vargas, José P. Y Santiago Garriga (2015). “Explaining Inequality and Poverty Reduction in Bolivia”. IMF Working Paper WP/15/265