La última publicación de la fundación revela la situación estancada, de débil, lenta y desigual recuperación de los diferentes sectores.
La inversión extranjera directa puede ser la respuesta a la situación estancada, debilitada y desigual de la economía boliviana en los diferentes sectores, constituyéndose en una prioridad para la reconstrucción, según Fundación Milenio.
En palabras de Henry Oporto, director de la Fundacion Milenio y coordinador del libro: «El Capital Constructivo. La inversión extranjera directa», la clave para entender esta publicación radica en tres situaciones. La primera es que el modelo económico del Gobierno está obsoleto y se necesita uno nuevo; segundo, que la inversión extranjera podría ser una respuesta a la situación estancada, debilitada y desigual de la economía en los diferentes sectores; y tercero, que es prioridad la inversión privada, especialmente, la extranjera para ayudar a la recuperación y reconstrucción de la economía nacional.
“El modelo económico implantado por el MAS no es un modelo que genere riqueza, sino, en rigor, de reparto de riqueza, y lo que hoy día está flaqueando es precisamente la creación de riqueza y de oportunidades económicas», indicó Oporto.
En su criterio, el reparto de riqueza se ha dado a través de la captura corporativa de la renta del gas, del clientelismo político, del empleo público desproporcionado. «Tenemos un Estado obseso, burocrático e ineficiente) y de subsidios a granel que no siempre favorecen a los pobres”, enfatizó Oporto, a tiempo de indicar que este modelo de reparto ha funcionado en ‘tiempos de vacas gordas’, cuando hubo una bonanza de ingresos externos por los altos precios de las materias primas.
La versión de Oporto fue apoyada por el expresidente del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), José Luis Landívar, que en realidad considera que ese modelo nació muerto. “Si funcionó en su momento fue en la medida que el precio de las materias primas a nivel internacional nos favorecieron. Nuestras exportaciones se basan en ellas. Por eso, ingresó tanto dinero al país”. Asimismo, sostuvo que, en lugar de fortalecer el sistema productivo, durante el tiempo de bonanza, se invirtió en otras cosas, poco inteligentes y nada rentables.
Pero el análisis continúa y apunta al estancamiento de la economía, que se debe a la caída en la capacidad productiva en hidrocarburos, minería, bienes industriales, incluso la producción agropecuaria que está por debajo de su potencial.
Durante muchos años la inversión en hidrocarburos, minería y otros sectores ha sido mínima. Incluso se puede hablar de sequía de inversiones, con la consecuencia de que las reservas internacionales se han ido agotando rápidamente y por tanto, Bolivia produce menos y exporta menos.
«Necesitamos un shock de inversión, ya que es lo único que puede sacarnos de la crisis y llevar la economía a una senda de crecimiento sostenido con creación de empleo formal”, afirmó Landívar.
Asimismo, resaltó que esta inyección de capital debe provenir del sector privado, tanto nacional como extranjero.
Sin embargo, Bolivia no es un país atractivo para la inversión extranjera por diversos factores. “El contrabando, la competencia desleal ante las empresas del Estado, una ley de inversión extranjera sin su reglamentación, entre muchos otros que cada vez ahogan más al sector productivo”, sostuvo Landívar.
A decir de Oporto, Bolivia también puede ofrecer oportunidades a la inversión extranjera directa en minería, energía, producción de alimentos para el mundo, servicios digitales, etc. Incluso ahora que los inversores están saliendo o congelando sus proyectos en nuestros vecinos Chile, Perú, Argentina -por la incertidumbre política en estos países- Bolivia podría atraer estas inversiones, con un gobierno inteligente, buenas políticas, reglas claras, estabilidad en los contratos.
“El gran desafío es hacer de Bolivia un país atractivo al capital externo, y sobre todo a la inversión que cumple la ley, que protege el medioambiente, que hace negocios transparentes; es decir, con las cualidades que definen lo que en nuestro libro denominamos el capital constructivo”, precisó.
En tanto que Landívar resaltó que para su análisis este ‘capital constructivo’ no es otra cosa que los beneficios que deja la inversión, que coadyuvan al desarrollo de la economía, eliminando la pobreza, generando fuentes de empleo, pagando salarios justos, aportes a las agencias de pensiones y otros.
8 de abril de 2022
Fuente: El Deber
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